Visto y Oído
Sonia
Rafalete
Yo creía que no lo volvería a ver, pero lo estoy viendo, y me refiero a los pluriempleados, que son las personas que tienen varios trabajos. Como mi amigo Manuel, que de ocho a tres está en una oficina, y de cinco a ocho está con el negocio de un amigo, de marcos y esas cosas. Todo el día liado, de sol a sol, como se suele decir.
En la época de mis padres, cuando eran jóvenes, eso era muy frecuente, la verdad es que se daba mucho, pero mucho, sobre todo porque no había tantos controles como ahora, que meten tu nombre en el ordenador y saben hasta lo que has hecho media hora antes. Teníamos un vecino que era ebanista por la mañana, tapicero por las tardes y los fines de semana pintaba casas, que tenía tela de mano con la cal. Trabajaba de domingo a domingo, y no se vaya a creer que era rico, ni mucho menos. Que yo nunca lo vi en un bar o yéndose de viaje, para nada, sobre todo porque no tenía tiempo, que andaba todo el día currando de un lado para otro. Y lo curioso es que todo lo hacía bien este hombre, que no se parecía en nada a esos que todo lo hacen mal, que también los hay.
Pues ahora hay muchos como mi vecino, que a lo mejor es porque la gente cobra poco y así por lo menos llegan a final de mes, o también puede ser que haya mucho trabajo y tenemos que dedicarnos a más de una cosa. Yo, la verdad, es que de trabajar sé más bien poco, para qué les voy a engañar, que mi puesto siempre se lo he dejado a alguien, que espero que lo haya aprovechado. Las cosas.
Ya están empezando a hablar del festival de las flores, ese que se llama Flora, y que se han inventado en los últimos años. Está bonito, siempre que no llueva, la verdad, que todavía me acuerdo del desastre de hace unos años. Un amigo del barrio dice que Flora es como si fueran nuestras Fallas, pero sin petardos. Que nos gastamos un montón de dinero para algo que dura unos pocos días. Que podría hacerse con algo que durase y que luego se pudiera aprovechar.
Hablando de agua y lluvia, ya estamos otra vez temblando, que los pantanos empiezan a menguar. En fin, que como se suele decir nunca llueve a gusto de todos, porque mientras a unos le viene bien a otros fatal, y al revés. Pero que llover tiene que llover, nos guste más o menos, porque luego todos queremos tener agua cuando abrimos el grifo. Eso es así. Lo mismo que queremos goles cuando vamos a El Arcángel, pero más de nuestro Córdoba, que es lo que vimos el otro día contra el Ferrol. Tres puntitos de alivio y a seguir respirando, que vaya las fatiguitas. Vamos a ver cómo se nos da el otoño.
También te puede interesar
Lo último