Tribuna de opinión
Juan Luis Selma
Todo, por un Niño que nos ha nacido
Estados UNIDOS ya está votando. Los estados de Minnesota, Dakota del Sur y Virginia ya han abierto sus urnas. Durante el mes de octubre lo harán Michigan, Nevada y Arizona, y sucesivamente, casi todos los territorios de la Unión pondrán a disposición del votante la posibilidad de emitir su voto antes del 5 de noviembre. Es el voto anticipado o early vote. No es que los electores puedan ejercer su derecho por correo antes de la elección (esto que también existe aquí y en la práctica totalidad de las democracias), es que lo pueden ejercer también presencialmente de manera anticipada: Esa es la diferencia crucial, como si la jornada electoral durase casi siete semanas. Se hace para facilitar la participación y aliviar la espera el día de las elecciones propiamente. Es una competencia estatal organizar las elecciones, desde el tipo de papeleta hasta las condiciones de registro para votar (elemento imprescindible en EEUU y foco de diferente juego político, tanto en relación a su naturaleza como en cuanto a su repercusión práctica). America is different, y tanto. En las dos últimas elecciones ha ido adquiriendo una creciente importancia, tanto en porcentaje de votantes registrados que acuden al early vote como en su incidencia en el resultado global.
Quien más quien menos ya sabe que en Estados Unidos ganar las elecciones porque haya más personas que te voten que al otro no funciona. Normalmente ganar en el voto popular suele determinar que también se haga en voto electoral, pero lo que cuenta es eso: el voto electoral (George W. Bush y Donald Trump fueron presidentes con menos votos populares que Al Gore y Hillary Clinton). Cada estado tiene atribuido un peso en la elección. Son los votos electorales que aporta. Esos votos son iguales a la suma de escaños (tanto de senadores como de representantes) que el estado coloca en la Unión. Por poner ejemplos, California aporta 55; y Dakota del Sur, la de Norte también, 3. La clave reside en ganar por al menos un voto en cada estado porque quien vence, se lo lleva todo. En los dos ejemplos de antes: Harris arrasará en California y se llevará sus 55 votos electorales; Trump lo hará en Dakota del Sur y se llevará sus tres, pero la elección estará en aquellos estados que pueden cambiar de color de una a otra elección (swing states) y en los que la diferencia entre los contendientes es mínima, porque, salvo un par de excepciones testimoniales (Nebraska, 5, y Maine, 4), el botín es entero aun ganando por uno. Son necesarios 270 votos electorales para ganar la presidencia. Quien la ocupe será el número 47 de la Historia.
No es solo cuestión de apuesta, que la tengo, Harris, o de deseo, que también, Harris, sino de cálculo y estrategia: Pensilvania, Míchigan, Wisconsin, Georgia, Carolina del Norte, Arizona y Nevada. Ahí.
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