Envío
Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
El balcón
Alberto Núñez Feijóo en los tres días de investidura ha mejorado su autoestima, dañada por el insuficiente resultado electoral; ha consolidado su cargo de jefe de la derecha nacional, y ha incrementado el aprecio de su tropa. Dice que “ha valido la pena”. Había avanzado que tendría sólo una oportunidad, así que se marcha con tristeza, derrotado. Sin embargo, lo ha hecho bien en la tribuna; es un notable parlamentario. No llega a la categoría de Rajoy, que era sobresaliente, pero está sobradamente capacitado.
Ha confrontado con todos, menos con Pedro Sánchez, que se negó a darle réplica. El desaire quizá se deba a los insultos que el presidente ha tenido que soportar en los últimos años de la plana mayor del PP. Ayer Gamarra consideraba “barro” la intervención de Óscar Puente, a quien Tellado ha llegado a llamar matón y a calificar su “chulería y agresividad” como intolerable. Con ese rigor, ¿qué cabría decir de los improperios contra Sánchez de los Ayuso, Bendodo, Gamarra o González Pons: ilegítimo, indigno, tirano, dictador o jefe de una trama de compra de votos? Barro, se queda corto. Las cortesías y las descortesías son de ida y vuelta.
Pero parece que el presidente en funciones no ha replicado al candidato porque Feijóo ha dedicado mucho más énfasis a una posible amnistía futura a Puigdemont y sus cómplices que a su programa de Gobierno para este país. Ayer, sólo habló de amnistía y referéndum. Dentro de unas semanas podrá discutir de todo eso con el candidato Sánchez durante la investidura del rival. Entonces se habrán cambiado los papeles y el presidente tendrá la difícil tarea de hacer digerir a sus militantes, votantes y simpatizantes la amnistía a un fugado de la justicia, que no se arrepiente de sus delitos y parece dispuesto a repetirlos.
Sánchez no quería hablar de lo que todavía no existe. Está por ver que llegue a un acuerdo con los ultranacionalistas catalanes, que acaban de aprobar en su Parlament que quieren la amnistía para los capitanes y la tropa de la rebelión del procés, y además un referéndum de autodeterminación. En la distancia, Macron ha apuntado un camino con su propuesta a Córcega de un estatus singular, “ni sin el estado, ni contra el estado, con consulta a la ciudadanía”. (Y aquí, ciudadanía debería ser el entero país). Si el presidente en funciones consigue un pacto de investidura, Feijóo tendrá el enfrentamiento que buscaba. Pero entonces sólo podrá repetir los mismos argumentos que esta semana. Y añadirá indigestión a la pena.
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