Confabulario
Manuel Gregorio González
V aleriana
Cuchillo sin filo
Es bonito que la revolución se convierta en rutina y la reivindicación en costumbre. Las palabras Diversidad y Normalidad se han ganado con pleno derecho un lugar privilegiado en la nueva Revolución Francesa, donde la revolución también se hizo rutina y ahora se apellida Macron o Le Pen. Llega la marcha del Orgullo con la puntualidad de las cosas de julio: el sorteo del calendario de la Liga, los sanfermines, el Tour de Francia, la Velá de Triana. El arco iris ha dejado de ser una rareza cromática para estar en banderas que ondean por doquier. Desde el gol de Iniesta a Holanda en Sudáfrica no se veían tantas.
Hay bastantes países donde la homosexualidad o el lesbianismo están perseguidos con la cárcel, el ostracismo e incluso la pena de muerte. No es el caso de España, y buena parte de estas conquistas se deben al propio colectivo, que luchó contra viento y marea para tumbar prejuicios y clichés. Muy diferente es la utilización partidista que se puede hacer de estas demandas.
Esta fiesta ya no es de conquista, sino de reconquista, con perdón. Aquí ya no se persigue ni discrimina a nadie por razones de índole sexual. En términos de persecución, los que nos deben preocupar en primer lugar son aquellos que lo son y no pueden ni decirlo. La persecución silenciosa. Luego está la paradoja del perseguido con tendencias a convertirse en perseguidor, como el título del relato de Cortázar.
Este colectivo, estandarte de las ganas de vivir, se ha convertido, igual a su pesar, en una fuerza viva, como antes lo eran el gobernador civil, el arzobispo de la diócesis o el presidente de la Audiencia. Una fuerza viva que no quiere ser discriminada y discrimina. En Madrid han presionado para que la configuración del Gobierno local y comunitario fuera en una determinada dirección. En Sevilla los representantes de Ciudadanos recibieron insultos. En la geopolítica de la homofobia, las áreas comunista e islamista representan a las zonas donde con más saña se persigue al colectivo homosexual, pero curiosamente el gauchismo de ciertos líderes mediáticos del movimiento simpatiza en su sesgo ideológico con esos regímenes que ponen en almoneda los derechos civiles y sociales.
Habrá un día en que todos, como empezaba Labordeta su canción, vivamos con indiferencia la diferencia. Y el arco iris volverá a ser esa rareza de la paleta de la biosfera que nos producirá asombro e incredulidad de coleccionista.
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