Tribuna de opinión
Juan Luis Selma
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La ciudad y los días
Además de los euros que se gasten, algunos o muchos residentes en pisos turísticos dejan otro recuerdo de su estancia en Sevilla: las bolsas de basura que depositan en cualquier sitio. La compañera Ameneiro informaba ayer de ello y los vecinos de nuestro extenso centro histórico lo sabemos bien, porque lo sufrimos. Desde el Ayuntamiento se anuncia que se celebrará una reunión con las asociaciones del sector de apartamentos y viviendas turísticas para abordar este problema y que se llevarán a cabo medidas de concienciación para evitar que las basuras se dejen en cualquier lugar.
¿Medidas de concienciación? Cómo se pueda concienciar a un guarro que sabe lo que está haciendo es una cuestión peliaguda, si no imposible. Allí de donde provengan los turistas, las bolsas de basura no se abandonan en las calles y si se hace, se recibe la correspondiente multa. Todo ser medianamente racional sabe que la basura no se deja tirada en cualquier sitio. No es el desconocimiento la causa de esta actitud. Por lo tanto, lo de concienciar –hacer que alguien sea consciente de algo– no tiene aquí cabida. Si tienen las suficientes luces para sacar un billete de avión o de tren, conducir desde sus países hasta aquí, hacer la gestión del alquiler del apartamento y manejarse en un bar o un restaurante, también la tienen para saber que la basura no se deja tirada en una esquina o junto a una papelera, que –como en sus ciudades– existen contenedores para deshacerse de ella y que si desconoce donde están ubicados, basta preguntar. Ni tan siquiera es necesario que den con un sevillano versado en otras lenguas o que ellos sepan español: basta alzar la bolsa con un gesto interrogativo y el amable nativo le indicará dónde deshacerse de ella como el civismo, la urbanidad y la educación más elementales exigen.
Así que, de concienciación, nada. Los turistas no desconocen las normas de limpieza de Sevilla por la simple razón de que estas son idénticas o muy parecidas a las de sus países y ciudades. Multa al canto a quien se vea hacerlo. En cuanto a los propietarios de los pisos, ya sean particulares o empresas, es difícil, si no imposible, multarlos porque para ello habría que demostrar, como se hace con los vecinos, que tal bolsa de basura pertenece a tal apartamento. Queda, eso sí, la posibilidad de aumentar las tasas para compensar los gastos extras que ocasiona la recogida de la basura abandonada.
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