Confabulario
Manuel Gregorio González
V aleriana
Crónica personal
Oriol Junqueras aparece de nuevo como el salvador de quienes se empecinan en ceder ante el independentismo y no pronuncian más palabras que negociación, diálogo, reconciliación, generosidad, perdón y conflicto. Hay que reconocer al líder de ERC que ha dado un salto cualitativo en la posición que mantenía hasta ahora, renuncia a la declaración unilateral de la independencia, apoya los indultos, referéndum pactado como el de Escocia y cierta autocrítica hacia cómo se está llevando el procés. Sin embargo, cualquier declaración, mensaje o artículo que venga de la mano de Junqueras hay que tomársela con prudencia: en ocasiones varias ha prometido lo que después no cumplió, o no ha sido firme cuando Puigdemont ha impuesto su criterio sin que Junqueras levantara la voz. Por no mencionar que algunas de las propuestas tienen trampa.
El referéndum pactado según el modelo escocés, por ejemplo, no tiene cabida en la Constitución. Sí en el acuerdo de Reino Unido que firmaron Inglaterra (que ya englobaba Gales e Irlanda del Norte) y Escocia, pero no en una España donde Cataluña nunca ha sido un Estado independiente. Y hay otros asuntos que no admiten interpretaciones: son legales o no lo son, sin término medio. No se ha escuchado ni una sola palabra de arrepentimiento, obligado para la concesión del indulto. O al menos no se ha escuchado todavía, sino todo lo contrario. Tampoco los sediciosos han pedido hasta ahora el indulto, también obligado. Y luego están cuestiones que chirrían: los argumentos del Supremo y la Fiscalía para rechazar el indulto son demoledores; o la iniciativa de Sánchez de promover una reforma del Código Penal para rebajar el delito de sedición. El TS se pronunció conforme a las leyes actuales, con la sedición como un delito grave con condenas de 10 a 15 años de prisión si lo cometen cargos públicos. Sánchez pretende en su reforma condenas de 3 años máximo. ¿Incluirá retroactividad?
Ya gustaría a la casi totalidad de españoles que el anuncio de Junqueras diera legalidad a lo que no lo es, y sobre todo pusiera fin a un debate que rompe España. Pero considerar panacea un escrito de Junqueras es muy arriesgado, porque otras veces ha dado marcha atrás y porque no es la voz más autorizada del independentismo. Por ahí anda Puigdemont imponiendo su criterio…
Pedro Sánchez no ha desaprovechado la oportunidad para lanzar las campanas al vuelo. Lógico, lo necesita, se encuentra en el momento más bajo de su mandato. Pero a pesar de las campanas, de momento no se dan las condiciones para que los indultos sean legales. Junqueras tendrá que escribir más artículos… y Puigdemont aceptar sus propuestas.
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