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Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
La ciudad y los días
Que el BNG haya crecido hasta convertirse en la segunda fuerza política de Galicia, que según las encuestas EH Bildu sea la formación que más crecerá en las elecciones vascas o que la estabilidad del Gobierno de España dependa de los siete votos de un partido controlado por un independentista prófugo de la justicia son razones para alegrarse hoy, Día de Andalucía, de que el nacionalismo, y mucho menos el independentismo, nunca hayan cuajado entre nosotros con fuerza parlamentaria. Solo cierta fuerza municipal tuvo. Y desde 2015, con la disolución del PA, ni eso.
Hay que alegrarse de nuestra capacidad para sentirnos tan almerienses, cordobeses, gaditanos, granadinos, jienenses, malagueños, onubenses y sevillanos como andaluces; tan andaluces como españoles; y tan españoles como europeos. Hay que alegrarse de que las banderas de Andalucía, de España y de Europa ondeen en nuestros edificios públicos sin conflicto. Hay que alegrarse de que aquí no se ponga en cuestión la Constitución que –artículo 2– “se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”. Hay que alegrarse de que el arraigo a una tierra y la pertenencia a una cultura no tomen la arcaica forma política mimetizada de los Estados nación del XIX y del romántico Volksgeist (espíritu del pueblo) alemán, que tantas catástrofes trajo, de los que nacieron los movimientos políticos independentistas vasco y catalán, por mucho que ellos quieran retrotraerlos a centenarios e incluso milenarios orígenes míticos o seudo históricos.
Hay que alegrarse de este ser andaluz en lealtad constitucional, apertura cultural y rechazo de toda funesta doctrina independentista y racial. “Roma doma”, decían los antiguos significando que la milenaria ciudad devora, digiere y hace suyo cuanto pretenda imponerse a ella. Andalucía doma, puede decirse también, pues ha devorado, digerido y hecho suyos a cuantos han pretendido imponerse a ella. Y esto no es tópico, sino realidad de siglos. Romanos, visigodos, musulmanes, judíos, cristianos… Séneca, Isidoro de Sevilla, Maimónides, Nebrija… Ibm Hazm, Góngora, Bécquer, Lorca… Bética, Al-Ándalus, Andalucía… En nuestra larga historia es siempre esta tierra nuestra la que conquista a sus conquistadores.
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