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Mikel Lejarza
Toulouse
Veredas livianas
Advierte la patronal de la hostelería en Córdoba de que el sector se derrumba. "Un amplio porcentaje del tejido hostelero cordobés", dice Hostecor, se va a perder de aquí a pocos meses. Las demandas son bienvenidas en una época en la que nadie consigue salir indemne de las consecuencias de la pandemia. Las restricciones afectan a todo el mundo, a unos más que otros, pero los ERTE no son cosa de los bares, aunque estén tremendamente heridos en estos momentos.
Si alguien se daba una vuelta por Córdoba durante este puente de Andalucía se podía observar que la ciudad bullía. Conseguir mesa en alguno de los establecimientos hosteleros de la capital era tarea complicada. No es cuestión de comparar, pero dentro de las posibilidades, la hostelería está rascando de lo poco que hay, que es, al fin y al cabo, lo que estamos haciendo todos en mayor o menor medida.
Que la herida es de gravedad no lo duda nadie y que sobreponerse del golpe va a ser duro tampoco es cuestión de debate. Pero a veces, o más bien casi siempre, hay que saber mirarse a uno mismo. La hostelería lleva años contribuyendo a la economía sumergida de esta ciudad y parece que nadie quiere decirlo en voz alta. Creo que poca gente podría decir que no conoce a un camarero dado de alta 20 horas cuando realmente echa 50. Y eso, señores hosteleros, también es un auténtico drama porque las coberturas sociales no llegan a esa ilegalidad.
La exigencia de mejora es lícita, pero en ocasiones no puede una evitar llevarse las manos a la cabeza cuando este o aquel empresario se dan golpes en el pecho y se convierten en adalides de la justicia cuando han tenido a camareros y camareras deslomados enlazando servicios y llegando a su casa a las tres de la mañana.
Alzar la voz ahora, salir a calle y exigir relajar restricciones en medio de una pandemia con miles de muertos es, cuanto menos, cuestionable. Ojalá pase todo esto y cuando recuperemos la normalidad seamos capaces de mejorar la realidad que teníamos. Cuando poco a poco esto vaya pasando espero ver a los empresarios de la hostelería cumpliendo contratos con la misma vehemencia con la que muestran ahora sus ganas de formalizarlos. De lo contrario, no habremos aprendido absolutamente nada.
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