Confabulario
Manuel Gregorio González
V aleriana
En tránsito
Se puede incitar al odio contra los judíos, se puede ensalzar la existencia de Auschwitz, se puede decir que hay que acabar con todos los judíos y los homosexuales y los negros? Y en sentido contrario, ¿se puede decir que hay que matar a todos los policías, a todos los jueces, a todos los banqueros, a todos los putos empresarios? A primera vista, me temo que tendremos que aceptar que sí. Si creemos en la libertad de expresión, debemos asumir que un descerebrado o un psicópata puedan soltar barbaridades que repugnen a cualquier persona medianamente racional. El problema se presenta cuando esos insultos y amenazas violentas van dirigidos contra una persona en concreto, a la que además se señala con pelos y señales para intimidarla u obligarla a cambiar de opinión. Cuando ocurre lo segundo, ya no está tan claro que la libertad de expresión pueda ejercerse sin limitaciones. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que la persona amenazada puede presentar una denuncia en un juzgado. No olvidemos que Irene Montero puso una denuncia contra un juez jubilado que había escrito un poemilla satírico en una revista profesional. La demanda prosperó y el juez fue condenado a pagar 70.000 euros de multa (por suerte, la pena fue rebajada por el Supremo). Es decir, que Irene Montero, tan partidaria de la libertad de expresión, no tuvo ningún reparo en denunciar a un juez ya retirado que había ejercido su libertad de expresión componiendo unos versitos ripiosos.
El rapero Pablo Hasel se expresa con una violencia inusitada que además va dirigida contra personas en concreto. Y, aparte de eso, tiene acumuladas varias penas por agresión e intimidaciones y tiene la agravante de reincidencia. No ha ido a la cárcel por publicar unos tuits contra el Rey -por eso no va nadie a la cárcel-, sino por acumular varias penas. A raíz de su caso, el Gobierno de Pedro Sánchez ha anunciado que va a cambiar la legislación para que nadie vaya a la cárcel por unos tuits, pero entonces, ¿se permitirá la apología del nazismo y de los campos de exterminio? ¿Se permitirán los insultos y las amenazas? ¿O sólo se legislará para cerrar la boca de los "malos" mientras los "buenos" como Hasel puedan soltar sus barbaridades? Conociendo a los que van a legislar, está clara la respuesta: censura selectiva contra los adversarios ideológicos, por supuesto.
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