¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
¿Dónde está la ultraderecha?
¡Oh, Fabio!
Probablemente la parieron en algún laboratorio de ideas soviético o, simplemente, es producto de la pereza mental. Nos referimos a la expresión "intelectual comprometido", esa etiqueta con la que se adornan los obituarios de los hombres de letras y artistas de izquierdas. Después, se rasca un poco en la biografía del fiambre y aparece la ceguera (cuando no la justificación) ante los gulags rusos, los exterminios chinos, los campos de concentración para los mariconsones cubanos o los tiros en la nuca en el País Vasco. Si alguien nos llamase alguna vez "comprometido" le lanzaríamos nuestro guante a la cara y le daríamos a elegir entre sable o pistola. Sin embargo, hay veces, muy pocas, en que la expresión adquiere sentido y nos vemos obligados a quitarnos el jipijapa ante los comprometidos y abajofirmantes de algún manifiesto. Es lo que nos ha ocurrido con los doce apóstoles -Fernando Savater, Fernando Aramburu, María Elvira Roca o Teo Uriarte, etcétera- que han entregado a la imprenta una carta colectiva en la que piden a sus señorías un gobierno de "fuerzas constitucionales".
El texto, en sí, no es muy sorprendente, y refleja lo que piensan no pocos ciudadanos. En resumen, es un llamamiento para evitar que los populismos y los nacionalismos identitarios, los movimientos-termita que están destruyendo el sueño ilustrado, condicionen el Gobierno de la nación española, que hoy por hoy sigue siendo la mejor garantía de las libertades. Todos sabemos que no servirá para nada, pues la clase política actual, tanto a la derecha como a la izquierda, es incapaz de despegarse de sus intereses más perentorios y mezquinos. Sin embargo, este manifiesto es la prueba de que aún en España quedan algunas líneas de defensa civiles que no están dispuestas a ver cómo se desmantela impunemente nuestra democracia. Y, ¡oh casualidad!, esta defensa la hacen algunas de las plumas que estuvieron "comprometidas" con la decencia cuando en el País Vasco te podían levantar la tapa de los sesos por hacer lo que estamos haciendo ahora mismo: escribir una columna. Euskadi -como dicen algunos- fue sólo la primera y sangrienta batalla de una guerra cuyo resultado final es aún incierto.
Los redactores de la carta se consideran de "izquierdas y progresistas". Nosotros tampoco. Pero lo importante, más allá de este tic un tanto sentimental -cada uno tiene los suyos-, es que el documento es asumible por cualquiera que crea que merece la pena la defensa del sistema de valores y convivencia nacido en el 78. Sirvan estas líneas como apoyo al manifiesto de marras, aunque nos llamen comprometido.
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