La esquina
José Aguilar
Un fiscal bajo sospecha
La esquina
Quieren reformar el reglamento del Congreso para hacerlo más inclusivo: en vez de llamarlo Congreso de los Diputados pasará a ser simplemente Congreso, Está bien. Lo suyo sería reformar la Constitución, porque es en ella donde se nombra a la cámara como Congreso de los Diputados (artículo 66), pero se comprende que ahora mismo no hay ambiente, como diría María Jesús Montero, para acometer ningún cambio constitucional relevante.
Hay todo el ambiente, por el contrario, para que el Congreso de los Diputados siga convirtiéndose cada semana en el plató de un programa de telebasura en el que compiten los actores más poderosos del país (y con menos tirón: la gente baja el volumen de la televisión cuando aparecen ellos, apaga la radio y sigue sin leer, como siempre, la información política en los periódicos). Compiten en zafiedad, mentiras, exageraciones, insultos, descalificaciones e injurias. Al llamado templo de la palabra lo están convirtiendo en un vertedero de inmundicia. Un sitio solemne donde se va a aprobar leyes, debatir problemas y constatar argumentos va siendo cada vez más un desierto para el razonamiento, erial de legislaciones y fuente superior de desprestigio de la política.
Se acusan de cocainómanos y puteros, y de cómplices de la violencia machista, se echan en cara las corrupciones que se descubren en sus respectivas filas, siempre exageradas y evidentes cuando aquejan al adversario –pronto será enemigo, si no lo es ya– y secundarias y presuntas cuando afectan al campo propio, se esparcen bulos y se reacciona con indignación a los bulos contrarios, se exige dejar fuera de la disputa y la denuncia a los familiares del líder que hayan podido quedar manchados por alguna irregularidad o delito y se anatemiza al político del otro bando por el fraude fiscal de su familiar más directo, se miente más que se habla y desde la tribuna del Congreso la frase que más se escucha consta de tres palabras cortas que ni siquiera se pronuncian, pero resultan ser el único hilo argumental evidente de la oratoria que allí se impone: y tú más.
En el ya clásico Cómo mueren las democracias, los profesores Levitsky y Ziblatt identifican cuatro señales de advertencia sobre las conductas autoritarias de los líderes políticos. Una de ellas es negar la legitimidad de sus oponentes. Sinceramente, creo que Sánchez y Feijóo ya han emitido esta señal. Un peligro para la democracia.
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