Carlos Colón
Sobre nuestra entrevista a González
Sucedió hace tan solo un par de días. Este periódico, El Día de Córdoba, se hacía eco de noticia que -por razones que referiremos- no pasó desapercibida al autor de Las Tendillas.
Según dicha crónica, fue el portavoz municipal de una formación política quien nos facilitó un mensaje que, cortado y pegado, resulta del siguiente tenor literal:
"Córdoba ha entrado de lleno en el mapa de la corrupción".
Obviamente, la libertad de expresión es -según la RAE- el (irrefutable) derecho a manifestar y difundir libremente ideas, opiniones o informaciones. En consecuencia, podemos -y debemos- concluir:
Por una parte, que el transcrito mensaje cuenta con apoyatura legal. Y no es otra que la utilización del susodicho derecho. Por otra, no nos cabe la menor duda de que dicho portavoz pretende ejercer las funciones propias de su cargo en la forma que resulte de más utilidad a (todos) los destinatarios del referido recado.
Resta por ver si, en efecto, el dicho servidor público logró la utilidad que -presumiblemente- pretendía para todo quisque. Ante la duda, sometemos a un breve análisis la noticia.
Quizá debido a las limitaciones de su sesera, es lo cierto que, al autor de esta opinión le resulta difícil averiguar qué quiso significar el portavoz de referencia cuando asevera "Córdoba ha entrado de lleno en el mapa de la corrupción". Porque en el susodicho nombre propio, Córdoba, concurre:
Es geográficamente inmóvil. En consecuencia, no "ha entrado de lleno" en parte alguna. Además, Córdoba somos todos (y no solo los políticos). Pero no todos entramos al siniestro "mapa de la corrupción" al que alude el portavoz de referencia.
Por otra parte, en la noticia que motiva esta modesta opinión crítica nos encontramos con expresión del siguiente contenido: "La formación achaca (sic) al gobierno municipal…".
Según la RAE, el verbo achacar tiene la siguiente significación: "Atribuir, imputar a alguien o algo un delito, culpa, defecto o desgracia, generalmente con malicia o sin fundamento".
En todo caso, y a juicio del autor de esta publicación, podemos -y debemos- concluir que Córdoba no es corrupta. Sí que pudiera serlo alguien que formulase acusación "con malicia y sin fundamento".
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