Confabulario
Manuel Gregorio González
V aleriana
Tinta y borrones
RECONOZCO que no soy nada objetiva con esta iniciativa, pero me entusiasma la idea que este año se ha incorporado a Cosmopoética como una de las actividades paralelas. Unas 400.000 servilletas con poemas de 12 autores que han participado en las anteriores ediciones de esta cita cultural están repartidas en 70 establecimientos de la capital, en todos los barrios y distritos. Eduardo García, Juana Castro o Juan Belman son ahora los mejores acompañantes para la cerveza del mediodía o la cena de amigos. Nadie puede escapar a la poesía.
Sé de buena tinta el cariño con el que se ha gestado esta iniciativa y me alegra ver cómo se está recibiendo de la misma manera. "Yo no tuve jazmines hasta llegar a Córdoba" dice Juana Castro, mientras que García considera que "escribir un poema es pedirle el teléfono a una desconocida". "El cielo empieza en la cresta de las espigas", de Ana Blandiana o, mi preferido, "Tal vez haya alguna palabra por ahí que describa el mundo tal y como es esta mañana", de Charles Simic. No sé si ha sido el objetivo de los que han seleccionado los poemas, pero yo he visto un hilo conductor en todos estos versos. Al menos para mí todos hacen referencia a lo cotidiano, a las pequeñas cosas que se elevan a poesía. "Como me pediste lavé los platos, fregué el suelo, limpié los cristales, planché las camisas y leí a Dostoievski" (Maram al-Masri).
Me pregunto si estas cosmoservilletas, además de acercarnos a la poesía a los que no somos muy entendidos, puede servir como alegato de las pequeñas cosas, las que se nos olvidan, las que siempre pasan a un segundo plano y las que deberían ser nuestra prioridad. Últimamente pienso mucho en eso, si no nos estamos equivocando a la hora de planificar nuestro día, nuestra semana, nuestra vida. No es fácil decidir sobre lo importante, aunque no debería haber dudas. Quizá estos versos, encontrados sin haberlos buscado, pueden invitarnos a recapacitar. Puede que estemos equivocados o puede que no. O puede que, simplemente, después de leer alguno de estos versos, decidamos anteponer la lectura como una de esas pequeñas cosas prioritarias después de tanto tiempo relegándola por falta de tiempo. Leer -y escribir- por puro placer. Por algo se empieza.
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Gracias, Errejón