Francisco / Merino / Pmerino@ / Eldiadecordoba.com

Curso de interpretación

La vuelta olímpica

LO justo es lo que me viene bien. Y los demás, que apenquen. Es una de tantar maneras de interpretar -verbo de moda- el inquietante episodio de la reclamación del Cádiz sobre una alineación indebida del Hércules, cuya resolución puede provocar un terremoto en el fútbol español. Pase lo que pase. Estas cosas son así. Cuando se guarda el balón, porque lo que se haya hecho o no con él ya no tiene remedio ni vuelta atrás, y se enarbolan otros estandartes -el de los honores mancillados, el de las persecuciones históricas, el del victimismo recurrente... - en los foros mediáticos, el panorama se transforma en todo un curso de interpretación. De las normas, de los espíritus de las leyes, de los derechos adquiridos por la historia, de la redacción de los textos y de la intencionalidad de los actos. ¿Que un presunto error de un directivo del Hércules al diligenciar la ficha de un juvenil que actuó 48 minutos en un partido frente al Cádiz puede provocar el descenso del Córdoba? ¿Pero qué me están contando? En situaciones de desesperación, cada uno se agarra a lo que puede, aunque sea al pescuezo del primero que pasa por el lado. El Cádiz espera que se haga justicia. Su justicia. El Hércules, también. La suya. Se supone, claro. Porque, puestos a malpensar -porque, después de escuchar en los últimos días lo que se ha escuchado, a uno se le pone la mirada sucia-, ya cuesta trabajo creer que las torpezas de despacho se produzcan de la misma forma que las del terreno de juego: sin querer. Como quien tira un penalti al poste en el descuento del último partido. ¿Y el Córdoba? ¿Qué espera el Córdoba? ¿Cuál es su papel en este curso de interpretación? Los demás lo tienen claro: el acusado y el agraviado. No debe ser el del tonto que paga la cuenta.

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