Confabulario
Manuel Gregorio González
V aleriana
Gafas de cerca
La estadística es la técnica de los datos; de su recogida, tratamiento, descripción y pronóstico. Solemos hacer de estadísticos todos (Tezanos y Michavila, con estudios y carnés): “La gente es que es así”, “Los gitanos tienen un compás congénito; los de Rumanía, menos”, “El principal contribuyente al PIB español es el turismo”, “Los homosexuales son hipersensibles; la mitad, o más”, “Los argentinos son pedantes”. Y nos quedamos tan anchos, tan anchos como el sesgo –o sea, el peso desproporcionado que damos a algo en un juicio–, y tan panchos como las certezas con las que nos pertrechamos para hacer la vida algo menos inescrutable.
Erigido en estadístico y ya de paso a genetista, un amigo repite que “no hay nada más distinto que dos hermanos”, propuesta preñada de la creencia en que no es tantísima la carga genética en nuestra personalidad, en lo que nos hace parecidos y mejores o peores entre descendientes de los mismos padre y madre. Suavizan el determinismo del ADN el lugar ordinal que ocupes en tu familia, los valores aprendidos (o al contrario, dejados de aprender): no hacer daño porque sí, apartar de ti la soberbia y la envidia; no abusar de los débiles, sino protegerlos; no enseñar el alimento en la boca, evitar oler mal, no apropiarte de algún objeto perdido, atender en lo posible a los semejantes, sobre todo a los inocentes: ceder el paso, dar las gracias, pedir por favor con modestia (es estomagante ese falso educado que abusa con las buenas maneras como lubricante y ariete).
En las familias hay una clave vital: no es factible que en ellas haya muchas minorías, y menos si están emboscadas, ofuscadas o son extractivas, esto es, que vayan a su saca por sistema. Sin generosidad, ecuanimidad, no hay dios que aguante una familia. El modelo jaula de grillo es merma segura del bien común. En la política, como en la familia, se debe tender a la media aritmética, pero con una fragmentación asumible. Tras las elecciones: el guirigay y diversidad de intereses y el toma y daca para poder legislar son una promesa de mala gestión del bien común, y un agravio del futuro de aquellos que quedan fuera de la partida del do ut des (que solemos llamar quid pro quo), ¿Andalucía? Asamblea de La vida de Brian: Coalición Canaria, Mr. Scrooge PNV; el goretex desabillé de Bildu; aquí no ha pasado nada, vascos. Los mermados en votos ERC y Junts –el misterioso Aragonès y el exiliado en Waterloo– pueden más que toda Andalucía: la maldición de las minorías. Yo, la verdad, me declaro ateo y apóstata de la religión de la Democracia Tetris.
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