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Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
Crónica personal
Cuanto más se acerca la fecha del debate de investidura de Pedro Sánchez más evidentes se hacen las diferencias del matrimonio Sánchez-Díaz, una coalición que hoy por hoy no podría mantener un Gobierno con aspiraciones de completar una legislatura.
Yolanda es ególatra de libro y aparece políticamente desatada, quiere ser perejil de todas las salsas, como la definió Aitor Esteban. Pero lo que habría que preguntarse es si Sánchez se ha ocupado de garantizarse la solidez de una coalición con Yolanda Díaz.
Su entrevista con Puigdemont en Bruselas ya fue polémica. Desde el equipo de Sánchez afirmaban que había ido por libre, pero por otra parte afirmaban que era impensable que Díaz se hubiera visto con el prófugo sin conocimiento de Sánchez. A ese capítulo de marcar terreno propio siguieron varios más, y desde hace unos días la vicepresidenta parece desatada, con titulares en los que se distancia de la parte socialista del Gobierno en todo lo relacionado con la situación de guerra entre Israel y Hamas. Desde Moncloa y Exteriores le han recortado las alas hasta el punto de “sugerirle” que no hiciera declaraciones sobre el conflicto de Oriente Medio y se le recordó que la política exterior la marca el presidente. También se le ha conminado a que deje de hablar de la amnistía.
Es curioso que mientras Sánchez se ocupa de hablar con los partidos de cuyos votos depende para salvar la investidura, Sumar haga lo imposible por lanzar iniciativas propias. Con un agravante, que en Sumar ya aparecen discrepancias de imprevisibles consecuencias, sobre todo con los partidos con más representación parlamentaria, Podemos y Más País. Y otro agravante más: si Sánchez finalmente logra una coalición con Yolanda, y a la líder de Sumar se le pasa por la cabeza hacer ministro a Errejón mientras sigue ninguneando a Podemos, Sumar puede saltar por los aires.
Sánchez todavía tiene por delante mucha tela que cortar. Lo primero, asegurarse el apoyo de Puigdemont y sus valiosos 7 escaños. Segundo, meter en cintura a Yolanda Díaz, empezando por su propuesta de amnistía “a la carta” cuando los negociadores de Sánchez están todavía tratando de llegar a acuerdos con los independentistas. Y luego está la posición de su vicepresidenta sobre Ucrania, Marruecos, Israel … No parece que el pegamento sea muy sólido.
Ahora mismo, lo que transmiten es que solo les une su afán de gobernar. Como para confiar en ese posible Gobierno…
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