Confabulario
Manuel Gregorio González
V aleriana
Los nuevos tiempos
En su ceguera de líder visionario para sí mismo y nada más Sánchez no reparó en que si te acuestas con tu enemigo lo más seguro es que te levantes con un puñal en la espalda. Y ya va el primero con este revés a la amnistía imposible en la que se han empeñado todos y que parece que tiene todas las papeletas para quedarse en nada.
Con estos amigos para qué va a necesitar enemigos Sánchez y su partido. Tener a Puigdemont de aliado es como tener a Putin detrás tuyo. Antes o después tendrás problemas estomacales y un olor a polonio en el ambiente que te hará temer por tu vida.
No es tanto culpa de ellos como de los que se les arriman. Ambos van a las claras y a lo suyo en su afán nacionalista más que declarado y el que se junta con ellos sabe que más tarde o más temprano tendrá algún percance.
Que hayan tenido que devolver la amnistía a comisiones para reformularla a gusto del señorito independentista, para quitarle esto que le molesta y aquello que le incómoda o le puede mandar a uno de los suyos a chirona era algo más que previsible. Nadie se ha sorprendido. Ni ofendido. Una vez que te has bajado los pantalones ya todo es volverlos a bajar siempre que haga falta. Y nadie es capaz de decir basta.
El problema ya no va a ser cosa doméstica y de España. Ahora ya pasa a ser europeo pues está sobre la mesa el amnistiar incluso los tratos más que probables y presuntos con nada menos que con una potencia extranjera. Eso ya sí que son líneas rojas que Europa, en lucha en Ucrania contra el mal, no va a pasar por alto. Es ya cuestión de seguridad de todo un bloque y del futuro de las democracias que ampara el paraguas de Europa.
Es el más difícil todavía. Incluso para dos prestidigitadores de la política como Sánchez y Puigdemont a los que sacar conejos de la chistera se les está agotando como truco porque ya se ha vuelto previsible y aburrido. A ver qué inventan.
Mientras tanto los demás observamos con paciencia este pobre espectáculo indigno. A la espera estamos del próximo escollo que señalen desde Waterloo y de los arreglos que encantados le hagan los secretarios socialistas ayudados por los de Sumar y afines. La capacidad de indignarse se quedó en nada frente a este espectáculo de política-ficción que nos siguen dando esta banda que tomó el poder y que ya no lo quiere soltar.
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