¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
¿Dónde está la ultraderecha?
Quizás
Durante las décadas 60 y 70 del siglo pasado, en los años marcados por las profundas heridas que dejaron la Guerra de Vietnam y el enfrentamiento entre occidente y la Unión Soviética separados por el histórico Muro de Berlín y la llamada Guerra Fría; los jóvenes alzaron su voz para decir lo que pensaban de cómo iban las cosas. Cantaron alto que estaban en contra de las guerras y que todo lo que necesitaban era amor. Se dejaron el pelo largo, lo cubrieron de flores, pintaron sus furgonetas de mil colores y proclamaron en las calles de París, que había que llevar a la imaginación al poder. Todo era posible y la banda sonora de aquellos años tiene algunas de las más hermosas, arrebatadas y geniales muestras de la música popular de todos los tiempos. Incluso hoy, nadie negaría que Los Beatles, los Stones, Dylan, Credence Clarwater Revival, Beach Boys, Velvet Underground o Leonard Cohen entre otros muchos, continúan estando tatuados en la memoria de aquellas generaciones y en las de sus descendientes. De aquel mundo recién salido de la Guerra más cruenta de la historia y que se encontraba al filo de un enfrentamiento nuclear que podría ser el último de la humanidad, nacieron palabras y sonidos que embellecieron la sociedad como nunca.
Medio siglo después , Rusia se ha convertido en el matón sin moral que amedrenta e invade a quien osa llevarle la contraria; en Oriente Medio el polvorín tiene la mecha encendida camino de la guerra total por la intransigencia de los radicales de ambos lados ; la China comunista y esclavista es la economía que marca paso al mundo , mientras dos octogenarios se disputan el liderazgo del mundo libre; e Irán lidera desde su radicalismo medieval el ideario político musulmán, en el que no tiene cabida cualquier pensamiento diferente al suyo. El planeta se seca y ya hay quien vaticina que la próxima guerra será por el agua. El ártico se derrite, los osos polares mueren de hambre avisando que son los primeros, pero que no serán los últimos en hacerlo. La civilizada Europa se ha convertido en un Parque de Atracciones aburrido y ha dejado de inventar y proponer; quienes ensancharon el mundo con sus ideas y sus viajes, ahora sólo discuten sobre como blindarse ante una sociedad más diversa e igualitaria que nunca. Pero ya no es Dylan quien pone música a lo que nos ocurre, sino Taylor Swift y la IA. Sin caer en la nostalgia, va a ser que estamos de verdad muy mal, aunque borrachos de frivolidad no queramos darnos cuenta.
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