Confabulario
Manuel Gregorio González
V aleriana
La ciudad y los días
A los republicanos no constitucionalistas -ya sean independentistas o populistas de extrema izquierda- se les ha puesto cuerpo cartagenero de 14 de abril de 1931 con la marcha de Juan Carlos I, acosado por sus propias torpezas y errores a cuya presunta gravedad hay que sumar una brutal campaña de descrédito. El símbolo mayor de lo que los independentistas y populistas de extrema izquierda llaman régimen del 78 ha salido de España de forma vergonzante al verse puesto en la picota en la que él mismo se ha colocado.
Lo preocupante es que estos independentistas hayan sido un apoyo fundamental para el actual presidente del Gobierno; y, sobre todo, que los populistas hayan entrado en el Gobierno de España como contraprestación a su ayuda. Que existan partidos republicanos forma parte de la normalidad democrática. Que algún día lograran la mayoría de tres quintos de cada una de las Cámaras, necesaria para reformar la Constitución, forma también parte de la normalidad democrática. Lo inaceptable es que desde el propio Gobierno su vicepresidente segundo utilice las expresiones "huida", "actitud indigna" y "fraude a la justicia", dando por supuesto, sin necesidad de juicio ni de condena, que el Rey emérito ha delinquido al escribir en otro tuit: "La España del siglo XXI ya no tolera la corrupción ni el privilegio. Cualquier ciudadano que cometa delitos debe dar la cara ante la Justicia". Que el portavoz de Unidas Podemos en el Congreso pida "que se impida huir" a Juan Carlos I forma parte del espectáculo y las varietés de la política, sobre todo en estos tiempos de mínimos intelectuales. Pero que el vicepresidente segundo del Gobierno se sume al coro es de una extrema gravedad.
Sabiendo que no pueden derribar la Monarquía por el camino constitucional han optado por la erosión. Por desgracia, Juan Carlos I se lo ha puesto fácil. Felipe VI es más duro de corroer. Tal vez ponga fin a la agitada saga de los Borbones, hasta hoy poco dados a finales de reinado plácidos: perdido el trono en 1931, Alfonso XIII murió en el exilio; forzado por las circunstancias, y tras un largo enfrentamiento con su hijo, don Juan renunció a sus derechos dinásticos y a la Jefatura de la Casa Real a favor de Juan Carlos; y este, forzado por otras circunstancias, abdicó en su hijo Felipe y ha abandonado España. Ojalá Felipe VI rompa esta racha. Por el bien de todos.
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