Manuel Gregorio González

La España homogénea

Confabulario

Lo próximo del señor Montilla es aleccionarnos sobre la propiedad privada junto al Dioni

23 de agosto 2023 - 00:15

El señor Montilla, ex presidente de la Generalitat, se ha ido al sur de Francia a decir que “la España homogenea y excluyente tiene que dar paso a una España fraternal”, etcétera. Esto lo ha dicho el señor Montilla en un homenaje al músico Pau Casals, español y catalanista, como Tarradellas. Pero lo ha dicho, principalmente, junto a un señor declaradamente racista –por escrito– como el señor Torra, y a pocos pasos de un prófugo de la justicia por sedición. Esto es, un señor que antepuso su magna y superior voluntad, sin duda de linaje angélico, a la voluntad y las leyes de los catalanes (y del resto de los españoles), tediosamente humanas. ¿Qué querrá decir entonces el señor Montilla con lo de homogénea y excluyente? O resumido de mejor modo, ¿a quién se referirá?

Recordemos que el señor Montilla, cuando la votación del 155 en el Senado, se negó a votar, “llorando de los mis ojos”, como el Cid, porque le resultaba demasiado doloroso aquel castigo. No se lo parecía, o no tanto, que un golpista hubiera humillado a su nación de la peor manera posible (en la foto del lunes, aparece a un metro del golpista Puigdemont), sino que hubiera que aplicarle la legislación vigente, por un gravísimo ataque a la democracia. De todo ello se infiere que al señor Montilla parece molestarle justo lo contrario de lo expresado. Le molesta que una España plural y democrática se defienda de la España “homogénea y excluyente” que sus acompañantes de la fotografía han ido construyendo, durante décadas, contra sus propios ciudadanos, y cuya expresión más destacada fue el pronunciamiento del señor Puigdemont, destinado a fracturar la sociedad catalana, ya sin la rémora de la “España homogénea”, distinguiendo entre catalanes de verdad y catalanes de pega, cosa que se le da muy bien al señor Pujol, de igual modo que al señor Torra se le da bien distinguir entre razas superiores –contra toda evidencia, él dice que la suya–, y la subraza española, tan deleznable.

Lo llamativo de todo esto, repito, es que el señor Montilla ha ido a decir este tipo de cosas junto a un prófugo de la justicia acusado de atentar gravísimamente contra los derechos y la irrenunciable pluralidad de los catalanes, y por ende, de los españoles. Igual lo próximo del señor Montilla es aleccionarnos sobre la propiedad privada junto al Dioni. La pregunta, en todo caso, es quién querría fotografiarse junto a un golpista. Y no digamos ya dejar en sus manos el gobierno de un país que deplora.

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