Martín Domingo

Españoles sin pulsera

El lanzador de cuchillos

En la España de Abascal, Puigdemont y los tontos del 'Covidbotellón', los héroes son tres negros de Senegal

27 de julio 2020 - 02:37

Gorgui Lamine, vendedor ambulante, acaparó la atención de los medios hace unos meses cuando trepó por la fachada de un edificio en Denia para rescatar de las llamas a un hombre impedido. La semana pasada, Aliu y Falu, dos manteros habituales de las playas de Marbella, no dudaron en dejar sobre la arena los bolsos que vendían y lanzarse al agua en ayuda de una joven que luchaba impotente contra la corriente y su propia estupidez. En la España de Abascal, Puigdemont y los tontos del Covidbotellón, los verdaderos héroes nacionales son tres fornidos negros de Senegal anónimos y clandestinos. Los tres entraron en nuestro país por la gatera y a Gorgui, el spiderman levantino, el Gobierno acaba de concederle la ciudadanía por sus méritos extraordinarios (para Aliu y Falu el cielo de los papeles tendrá que esperar).

Ha sido la respuesta institucional al clamor social, que reclama honores para quienes, sin embargo, con su actuación valiente y desprendida, han puesto a la sociedad española frente a su propio espejo. Seamos honestos: pocos compatriotas habrían arriesgado su vida por salvar la de dos desconocidos en apuros. Los jóvenes africanos, en cambio, no se lo pensaron: con su determinación y su bendita insensatez evitaron las tragedias que estuvieron a punto de provocar la negligencia y el desamparo. Han tenido que ser tres inmigrantes ilegales quienes, con naturalidad, sin jactancia, hayan dado testimonio de los principios de solidaridad y fraternidad de los que España tanto presume y que ya sólo defiende en las redes sociales. Aunque nos aferremos a afirmaciones pomposas y altisonantes, los españoles, hedonistas e irresponsables -especialmente, los jóvenes, como estamos comprobando estos días-, hemos perdido la fe en nuestros valores: también los romanos seguían invocando a sus dioses cuando ya habían dejado de creer en ellos.

Es altamente improbable que hazañas como las de Gorgui, Falu y Aliu sirvan de cortafuegos frente a los movimientos xenófobos que empiezan a asomar la patita por debajo de nuestra puerta y que son excrecencias de una sociedad en descomposición que culpa a la inmigración de buena parte de sus males. Joaquín el necio, el individuo fanfarrón y racista de la canción de Albert Pla, no entendía por qué su mujer lo había dejado por un negro. A ritmo de rumba catalana, el coro se lo dejó clarinete: "Porque el negro es mejor que tú, es más bondadoso y más vacilón". Ahora es, también, español. Y no lleva pulseritas, las vende.

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