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Otro año más para el calendario histórico. Éste se escribe con números magnos sobre la infinita inaccesibilidad del tiempo: 2050. Se acumulan otros años marcados en la agenda política, como el famoso 2030, que se fijó allí después de varias prolongaciones debido al sistemático fracaso del cumplimiento y alcance de los objetivos. En tan sólo nueve años deberían haberse alcanzado los Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS), de los que sabemos que su núcleo de trabajo, su motor ubicado en la ONU fue disuelto. De aquella magnífica tarea que erradicó pobrezas, fomentó la educación e igualdad en más de una decena de países, aún ese proyecto enmarcado en la Agenda 2030, no se ha implementado en nuestro país. Hay una tendencia en los políticos a marcar fechas cuyo ejercicio, por otra parte, es muy recomendable. En las empresas las proyecciones deben ser a largo plazo, pero si a los tres el negocio no es rentable el cierre es inexorable. La prospección no garantiza su éxito. Sánchez sale poco de Moncloa. Y cuando lo hace es sólo para lanzar mensajes que le abracen, con una aureola inmaculada, su figura. Con lo que cuidan sus estrategias es sorprendente que, bueno ya no, se equivoquen tanto en la inoportunidad. España está sobreviviendo a una de las mayores crisis de su historia, y con una tasa de paro del 16% poniéndonos a la cabeza en desempleo. Con los insultos recibidos en Ceuta y Melilla, el presidente del gobierno se alzó al atril del futuro para proclamarlo cual realidad presente, luciendo en la solapa el pin del otro año del futuro, el 2030 que ya suena viejo. No va a tener suficiente solapa en la americana para tantos pins. Cien investigadores universitarios, desconocidos hasta el momento, han marcado los 50 grandes objetivos para los próximos 30 años. Así que las urgencias y necesidades del ahora van a ser un imposible. Cual mesías, promete aumentar las inversiones en innovación al 4%, que el 50% de los españoles tendrán estudios superiores. Se reducirá la pobreza. España será más verde, más justa, no comeremos carne, se trabajarán 35 horas a la semana y todos los que compren una casa o vivan de alquiler tendrán ayudas. Conclusión: España seguirá siendo una sociedad subvencionada. ¿Hay que esperar 30 años para esto? Y uno de los sustos de urgencia: se prohibirían los vuelos inferiores a tres horas. Para todo ello ha invitado a huir del partidismo y a comenzar a dialogar. ¿Por qué iban a hablar del 2050 si no se hablan en el 2021?
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