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Mikel Lejarza
Toulouse
La aldaba
Perejil de todas las salsas del PP sevillano. Figura para muchos entre los tres políticos andaluces más brillantes en Madrid en la historia de la democracia: Felipe, Guerra y Arenas. Incombustible, sigue con el espíritu de un muchacho de Nuevas Generaciones que no falta a un acto del partido ni en un distrito de la capital ni en un pueblo de la Sierra Norte. Nunca reconocerá que tiene la sartén por el mango o que intenta hacerse con el mango, según los casos, pero siempre está y si no... se le espera para darle la vuelta a la tortilla. Hace tiempo que podría estar en consejos de administración de empresas o en despachos de influencia, pero no tiene el más mínimo interés en dejar la política de trinchera, la que le permite decidir en la sombra, ejercer de patrón y decidir quién debe y quién no estar en la primera línea de la política sevillana. Casi todos han aprendido de él, casi todos se han enfrentado a él, casi todos le deben su carrera a él. Pero el tiempo pasa para todos y resulta que ya hay en puestos relevantes gente que no ha aprendido de su magisterio de forma directa, sino sólo de oídas. Javié siempre ha movido los peones a conveniencia y los ha premiado después con cargos. Ha sido duro y también generoso. Su trayectoria merece un respeto y, en su momento, un justo reconocimiento, pero también hay quienes tienen el derecho a hacerse respetar por sí mismos, a labrarse su carrera sin padrinos y a ejercer un estilo propio y una forma distinta de entender el partido. Arenas disfruta con un teléfono en la mano, o con uno de esos encuentros donde el botellín dura hora y media y siempre es maridado con un platillo de patatas fritas. Como es el más listo de todos, da instrucciones y hay que cumplirlas. En San Telmo no quieren jaleos con él, porque se conoce la Administración mejor que todos los que llevan dos años en el Gobierno y todavía no se han enterado, salvo Elías Bendodo, que es el más listo en el palacio. Casado le llama el "maestro Arenas" y por algo lo mantiene en el Senado. A veces cuesta comprender que siga insistiendo tanto en controlar el PP sevillano desde la sombra, cuando podría y debería estar en los debates sobre política nacional, en los grandes foros y en los círculos de influencia de gran ámbito. Capacidad de análisis y oratoria le sobran. Pero disfruta con esa política de base en la que sigue moviendo peones, alfiles y hasta alguna torre, pero siempre sin que se vea la mano que trata de mecer la cuna. Nadie tiene su currículum en el partido en Andalucía, pero no todos son ya sus ahijados. Cuestión de tiempo, ley de vida. Tendría que tener ya una calle y medallas, pero no quiere jubilarse como manijero.
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