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Mikel Lejarza
Toulouse
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Debería escandalizar que se aprobara la ley de eutanasia ahora ratificada por el Constitucional en un país en el que reiteradamente se denuncia la falta de recursos en cuidados paliativos. Con referencia al artículo 15 de la Constitución el TC ha interpretado que "el derecho a la integridad física y moral en conexión con la dignidad y el libre desarrollo de la personalidad protegen un ámbito de autodeterminación que ampara la decisión individual, libre y consciente, de darse muerte por propia mano, en un contexto de sufrimiento extremo", lo que "incluye la facultad de recabar y usar la asistencia de terceros que fuere necesaria para llevar a la práctica la decisión de morir de manera acorde con su dignidad e integridad personal, de manera segura e indolora".
Quedan en el aire dos preguntas terribles. ¿La ciencia posee medios para paliar esas situaciones de sufrimiento extremo y garantizar la muerte indolora? Y si existen, ¿la sanidad pública dispone de ellos para atender a todos los pacientes que lo precisen? Hay consenso sobre la eutanasia pasiva que cesa los tratamientos que alargan la vida del paciente terminal -encarnizamiento terapéutico- y administran fármacos que la acortan. Pero no sobre la eutanasia activa. Salvo, naturalmente, que haya que elegir entre sufrimiento extremo sin paliativos o muerte.
La OMS, que año tras año denuncia el déficit en cuidados paliativos, los define como "un derecho humano y un imperativo moral de todos los sistemas de salud". En España este déficit ha sido denunciado en lo que a medios y formación se refiere. Hace unos días el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina ha exigido que se garantice la formación obligatoria en cuidados paliativos en todas las facultades de Medicina (actualmente es optativa) como una asignatura diferenciada con formación teórica y práctica, y que se convierta en una especialidad a la que se pueda acceder vía MIR, como sucede en otros países europeos.
Aprobar la eutanasia en una situación de déficit en medios y formación en cuidados paliativos es un escándalo que vulnera derechos. Porque, todos, yo también, preferimos que nos maten -"¿acaso no matan a los caballos?" se preguntaba el desdichado personaje de la novela de Horace McCoy- antes que soportar dolores atroces porque no existan medios y formación para paliarlos o, como parece ser, existan, pero se carezca de ellos.
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