Luis Sánchez-Moliní

Un Gobierno opaco

¡Oh, Fabio!

El traslado de inmigrantes desde Canarias a Andalucía ha sido una prueba más de la opacidad de este Ejecutivo

11 de diciembre 2020 - 01:28

Hace unos días tuvimos la oportunidad de participar en un debate invitado por el Club Periodismo 2030, una iniciativa impulsada por Fernando Jáuregui y Sergio Martín, ambos de solvencia acreditada en un oficio que, tras unos años de relumbrón social, vuelve a ser lo que siempre fue, un batiburrillo de canallas, santos, cínicos, aprovechados, idealistas, plumas brillantes, analfabetos, rojos, azules… ¿Quién representa mejor al gremio, el chantajista profesional padre de la TV3, Alfons Quintà, ahora biografiado por Jordi Amat en su libro El hijo del chófer, o cualquiera de esos anónimos periodistas mexicanos o rusos que están siendo masacrados por informar y opinar? Nos gustaría creer que los segundos.

El tema del debate eran las fake news, algo que bien mirado supone una nueva oportunidad para el periodismo de toda la vida, el que se ejerce en las llamadas cabeceras tradicionales, que son las depositarias de un saber hacer periodístico forjado por miles de horas en las redacciones y controlado por una jerarquía profesional que responde de los errores. Como era de esperar, pronto salió el tema del llamado Ministerio de la Verdad, esa herramienta creada por una orden ministerial para controlar las fakes. Lo curioso es que los periodistas allí congregados, pertenecientes a medios muy diversos, coincidimos en que el problema no era en sí la susodicha orden, ya que todos los gobiernos necesitan contar con instrumentos para combatir un fenómeno que, a veces, puede llegar a amenazar la seguridad nacional, como se vio durante el procés y la injerencia rusa. El problema, sencillamente, era que no nos fiábamos de un Gobierno que ha dado continuas pruebas de opacidad -como ha denunciado el Consejo de Transparencia en más de una ocasión- y al que se le nota, por lo menos en su banda morada, una exagerada ansia por controlar los medios de comunicación, a los que no ha parado de intentar desacreditar e insultar.

Una nueva prueba de la opacidad del Ejecutivo la encontramos en su actuación en los recientes traslados de inmigrantes desde Canarias a Andalucía. Sin entrar en el fondo de la cuestión, su política de comunicación ha sido oscura y tramposa, tanto con la Junta como con los ciudadanos en general. Que el Gobierno no sabía nada del traslado en avión de los inmigrantes a ciudades con confinamientos perimetrales -como nos quieren hacer creer- sólo nos puede llevar a una conclusión: o son unos mentirosos o son unos inútiles.

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