Confabulario
Manuel Gregorio González
V aleriana
Su propio afán
Con la convocatoria de huelga general para mañana, el sindicato Solidaridad –afín a Vox– se lanza al vacío. Quijotescamente, sin el apoyo de los otros sindicatos ni de las organizaciones empresariales ni del PP, echa este órdago. Sólo le asiste la razón. Ante la enormidad institucional que Pedro Sánchez está perpetrando, hay que oponerse con todo.
La huelga está justificada. Las consecuencias sobre la economía española de tanta inseguridad jurídica, de tantísimos ministerios variados y de tanta demagogia serán inmediatas y se notarán en el empleo. Con las concesiones a los nacionalistas y los privilegios a los condenados, se quiebra la igualdad jurídica de los españoles, que perjudica, de nuevo, a las clases medias y trabajadoras, incapaces de pagarse la igualdad por otros medios.
Sin embargo, por la falta de otras asistencias, es posible que la huelga, en vez de general, se quede en huelga coronel o en huelga comandante. Diría que el rango es lo de menos. Además de la importancia de aquello con lo que se enfrenta, aquí se da el primer aldabonazo de que Vox también va a disputarles a los sindicatos habituales su propio espacio. No se resigna a regalarles una representación de los trabajadores que han desempeñado evidentemente con muy poca eficacia y tal vez en beneficio propio. Si uno quiere explicarse por qué Vox despierta tanta animadversión en la izquierda y en la derecha acomodada haría muy bien en fijarse en estos retos y no en los aspavientos mediáticos.
La huelga tiene una apasionante derivada estudiantil. El Sindicato de Estudiantes, famoso por apuntarse a cualquier huelga que le pase cerca, se ha negado a secundar ésta. Han parado las clases por Greta o Palestina, pero se niegan en redondo a secundar la huelga contra la amnistía.
Legítimo es, porque nadie está obligado a ir contra sus principios, pero es posible que encuentre cierta resistencia en muchos alumnos que no comprenden tanto sesgo ideológico en un sindicato que se dice de todos los estudiantes. El previsible choque de intereses abrirá rendijas a una imprescindible pluralidad ideológica en la enseñanza pública.
Bastantes trabajadores y estudiantes pueden sentirse partidarios de esta huelga. Más en Andalucía, tierra españolísima y con un voto mayoritario de centro-derecha y derecha. Una pregunta va a quedar en el aire: ¿quién representa a quién? Esta huelga coronel va a servir, como mínimo, para eso.
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