Brindis al sol
Alberto González Troyano
Los otros catalanes
La esquina
Amenazó con hacerle orinar sangre (Puigdemont a Sánchez). Dicho y hecho. No una vez, sino a lo largo de toda la legislatura, dure ésta lo que dure. Los siete votos de Junts se prestaron para la investidura, a cambio nada menos que de la amnistía, el verificador internacional y la negociación fuera de España, pero sólo para la investidura. Para todo lo demás el Gobierno tiene que pasar por caja. En cada ocasión.
El pacto no era de legislatura, ni mucho menos. Hay que renovarlo con cada Presupuesto, con cada ley, incluso con cada decreto, como se ha visto esta semana con especial patetismo. Si le entregas el mando a distancia de la gobernabilidad de tu país a un personaje tan singular como Carles Puigdemont –entre otros detalles, odia muchísimo a tu país–, ¿qué puedes esperar? Odio, chantaje y humillación.
Hay humillación, al Estado, en la situación objetiva que se ha creado: un delincuente al que se va a amnistiar es el que negocia las condiciones y el texto de su propia amnistía. Fenomenal. Hay humillación, al Gobierno, en los modos en que se alcanzan los acuerdos: una de las partes cede y cede a las pretensiones de la otra, pero no hace públicos ni explica los acuerdos a los ciudadanos –se supone que son los auténticos beneficiarios de tan sacrificada actitud–, y la otra parte tensa y tensa la discusión hasta conseguir todo lo que se proponía (sólo en esta ocasión), y se apresura a difundir lo conseguido.
A Junts le importa tanto pilotar la gobernabilidad de España como que se sepa constantemente que la pilota. Eso es lo realmente humillante: no las exigencias y caprichos de Puigdemont, sino la constancia de que serán satisfechas y concedidos. Desde el principio ha sido así. Una asimetría hiriente en cualquier negociación. Todo es aceptado a cambio de los siete votos dichosos. Desde ceder las competencias sobre inmigración a Cataluña (sin contar con el Gobierno catalán, por imposición del cuarto o quinto partido de Cataluña) a eliminar la supervisión de la Justicia europea que el Día de los Inocentes se consideraba intocable, pasando por los incentivos a las empresas que se marcharon de Cataluña para que vuelvan (quiere decir: a empresarios que huyeron de la inseguridad del procés les pagamos con dinero español a petición de los líderes del procés. Espectacular) o la publicación de las balanzas fiscales, que es la puerta para reclamar lo que España les roba. Magnífico todo.
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