Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Espejismo
La esquina
Miquel Iceta ha estropeado, con su facundia incontenible e irresponsable, la campaña electoral de Pedro Sánchez, cimentada sobre los viernes sociales de los Consejos de Ministros de un Gobierno que venía, ¿se acuerdan?, sólo a convocar elecciones generales y el silencio cobardón y oportunista sobre el conflicto de Cataluña, desaparecido entre un mar de banderas españolas y cien promesas de paraíso reencontrado por la voluntad de una sola persona, el Guía Supremo que ya no necesita ni partido para universalizar la felicidad.
El pizpireto Iceta, como digo, ha emborronado el guión que Sánchez había dictado desde que el problema catalán le impidió tener presupuestos y convirtió en imposible quimera su continuidad en el poder sin pasar por las urnas. En un rato de entrevista -en un medio nítidamente abertzale-, el líder del PS catalán devolvió al independentismo su condición de problema político número uno de España y hundió la maniobra sanchista de ocultación y paréntesis.
Pero sólo formalmente. En realidad las palabras de Iceta prometiendo la independencia de Cataluña a medio plazo, cuando los votos secesionistas sean el 65% del total en vez del 48% actual, y admitiendo la liquidación práctica de la Constitución (la soberanía nacional pasa a ser cuestión de números, no de principios), no se enfrentan a los independentistas, sólo les piden paciencia y moderación. Les dice: esperad un poco, seguid trabajando y al final os daremos lo que queréis.
¿Para qué Miquel Iceta, en lugar de rechazar que Cataluña tenga derecho a la autodeterminación, hoy y mañana, acepta que dentro de diez o quince años la Constitución de España se cambie para consagrarlo y que los que lo piden ahora lo ejerzan y ganen (y mucho antes sean indultados los que se han precipitado a ejercerlo, por supuesto)? Según creo yo, para abrirle a Pedro Sánchez otra posibilidad de seguir gobernando tras el 28-A. Si falla, por falta de trapío, la opción preferida de Pedro (mayoría relativa del PSOE, pacto con Ciudadanos o Podemos y algún que otro canario), a lo mejor sí sumarían 176 escaños PSOE, Podemos y una triunfante Esquerra Republicana, dejando fuera a los Puigdemont-Torra y batasunos: los sectores más lóbregos del Gobierno Frankestein.
De este modo Iceta no habría tanto bombardeado la oferta escapista de Pedro como complementado y abierto otra puerta a la misma. Todo aprovecha para el convento.
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