Confabulario
Manuel Gregorio González
V aleriana
La esquina
Lo que no conseguirán casi la mitad de los diputados, la mayoría de los senadores, la mayoría de los gobiernos autonómicos y la mayoría de los españoles encuestados, lo puede conseguir la competencia feroz en el seno del independentismo catalán: la lucha fratricida por la hegemonía entre Puigdemont y Junqueras. Pura paradoja.
Va a resultar decisivo para la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno de España el hecho de que haya elecciones en Cataluña en 2024 y que los dos partidos antiespañoles –no es descalificación, sino descripción– combatan sin tregua por ocupar el Palau de la Generalitat. Es lo que les impide bajar el pistón de sus exigencias. Se miran de reojo. Por nada del mundo ninguno quiere aparecer ante su electorado menguante como más blandengue, más dialogante y menos reivindicativo que el otro.
Ahora, cuando la amnistía ya está en el bote pese a que ningún gobernante socialista haya pronunciado la palabra, ERC y Junts lanzan el siguiente órdago: no darán su voto a la investidura de Sánchez si éste no se compromete con un referéndum de autodeterminación en Cataluña. El programa completo del secesionismo, pero ahora mejor que en 2017, aceptado por un Gobierno arrepentido de haber perseguido el anterior, plenamente legal y, como siempre, favorecedor de la convivencia.
PSOE y PS de Catalunya, en insólito comunicado conjunto, se han plantado ante la ultraexigencia de los ultranacionalistas. Pero es lícito desconfiar de la firmeza de esta réplica. Mayormente, por los antecedentes. ¿Cuántas veces dijeron presidente, ministros, líderes del PSOE y expertos de cabecera que la amnistía es inconstitucional? Hasta el 23 de julio. Ahora bien, ni el más cínico de los políticos ni el más descarado de los aduladores pueden sortear esta realidad: mientras la amnistía, se llame como se llame, podría encajarse a martillazos en la Carta Magna, no hay manera humana de defender que la autodeterminación de parte del territorio de España cabe en la Constitución española. Artículo 1, ap.2: “La soberanía nacional reside en el pueblo español (...)”. Artículo 2: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles (...)”. Ni siquiera Sánchez con todo su bloque sedicentemente progresista tiene poder para cambiar eso.
Como ya escribí hace un mes, no hay que descartar una repetición electoral. Lo curioso es el motivo: la rivalidad entre indepes.
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