La colmena
Magdalena Trillo
Noah
Cambio de sentido
En estas fechas tan entrañables (disculpen la frase hecha, ciertamente no hay peor forma de arrancar un artículo navideño), no se me va de la cabeza la masacre que Israel está cometiendo en el solar palestino: más de 20.000 personas matadas como a perros, 8.000 de ellos niñas y niños, en sólo 75 días. Y la comunidad internacional hablando tibio y bajito, vaya a ser que molestemos a Netanyahu llamando a las cosas por su nombre. De Putin, por fortuna, podemos nombrar con todas sus letras lo que está cometiendo; del gobierno de Israel, no, pues entonces somos antisemitas y proterroristas. Mientras escuchamos tal bajeza y falacia, en Gaza no cesa la matanza de inocentes: un niño cada diez minutos.
“¿Sabes que los niños defecan, abren sus esfínteres, antes de morir de miedo? Nuestros compañeros estaban manchados de sangre y de heces de los niños del miedo que tenían antes de morir”. Esto contaba en la radio el otro día Ricardo Martínez, responsable de logística de emergencias de Médicos Sin Fronteras. No hay forma de pegar ojo sabiendo que, en este preciso instante, muere un niño tras otro reventado por el fuego de Israel, mientras se hace caca de miedo. Que levante la mano quien no le parezca que esto es intolerable. Quien la levanta, dice: “La culpa es de los terroristas, ellos empezaron antes”. ¿De veras que no se le ocurre a Israel mejor forma de “defenderse” de los terroristas? ¿En qué punto datamos el adverbio en la frase “ellos empezaron antes”? ¿Va bien 1967? ¿Condenar toda barbarie me hace portavoz de terroristas? ¿Defender los derechos humanos y la legalidad internacional es ahora de proterroristas? ¿Es necesario aborrecer cada vez el atentado de Hamas? Lo aborrezco sin duda, como aborrezco el setenta veces siete del talión que está aplicando Israel.
Es habitual que, a quienes decimos que la matanza de civiles en Gaza no tiene perdón de Dios, nos tachen de proislamistas. No me revuelvo ante lo que está haciendo Israel por proislamista sino, entre otras cosas, por cristiana, que no siéndolo de confesión sí lo soy culturalmente, y reconozco en la figura y el mensaje de Jesús un alto referente espiritual y ético, tantas veces malversado por sus exégetas y enésimos representantes en la tierra, como malversadas han sido, hasta el yihadismo, las enseñanzas de Mahoma. ¿Qué cristiano, de cultura o de fe, es capaz de permanecer impasible ante el degüello, 2023 años después, bajo el mismo cielo y sobre el mismo suelo, de 8.000 niños inocentes?
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