Confabulario
Manuel Gregorio González
V aleriana
Sin maldad
Las encuestas políticas deben tener un análisis pausado sin sacar de ellas conclusiones precipitadas. Confundir un dato con una tendencia y una tendencia con un resultado son los errores más frecuentes. De estas equivocaciones algo saben las direcciones de Podemos y Cs, que disfrutaron hace pocos años de las mieles de un triunfo demoscópico que nunca llegó a concretarse. Ahora es el PP el que goza del momento dulce de las preferencias de los sondeos, que le auguran un éxito electoral próximo. Todo es posible en el futuro no escrito de los resultados electorales, pero harían mal en dar por hecha una victoria que todavía no se ha producido. Existe una euforia mal contenida en el entorno de este partido y sus medios afines, que prácticamente dan por descontada la victoria; solo les queda por determinar el cuándo y el cómo se producirá. Por eso se detecta un cierto nerviosismo que se traduce en contradicciones a la hora de fijar estrategias, ya que parece que se está imponiendo el principio de disparar contra todo lo que se mueve desde cualquier posición y con cualquier fundamento.
Esta inquietud electoral explicaría la variedad y disparidad de críticas que la propuesta sobre medidas de ahorro energético que ha presentado el Gobierno, en coordinación con el resto de países de la UE, ha desatado en la dirección del PP. A la práctica francotiradora permanente de la presidenta de la Comunidad de Madrid se le une ahora la nada desdeñable aportación de Elías Bendodo, con una innegable capacidad política que corre pareja a su desprecio por el rigor y la verdad. Entre ambos, y con la ayuda de algún espontáneo más, han conseguido que una decisión que se considera absolutamente necesaria -grado arriba, grado abajo- se convierta en un problema de Estado, por el que se cuestiona la obligación de cumplir la ley, se llama a la insurrección institucional y se confunde el liberalismo con la anarquía. Ha sido tal el despropósito, que otras voces más templadas del propio partido han optado por posiciones más cuerdas. Y en medio de esta confusión argumental navega Feijóo quien, obsesionado con las perspectivas electorales, trata de sortear contradicciones evitando enfrentamientos y salidas de tono. Su fijación es sin duda que el actual cuadro demoscópico no se vea alterado y que, por tanto, la realidad fluya sin sobresaltos ni problemas, dejando que sea el tiempo el que vaya acomodando las cosas. Y en esta estrategia es lógico que acuda al consejo de M. Rajoy.
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