Tribuna de opinión
Juan Luis Selma
Todo, por un Niño que nos ha nacido
Crónicas levantiscas
Isabel Díaz Ayuso no nació para contentar a la izquierda, y esto es algo que no se termina de comprender. Tampoco lo hizo Manuel Fraga, aunque el fundador de Alianza Popular (AP) se hizo a sí mismo, leyó mucho y trabajó más, no pecaba de la artificiosidad de la presidenta de la Comunidad de Madrid. El psiquiatra Carlos Castilla del Pino coincidió con Fraga en las Milicias Universitarias, y se reía del afán del gallego por querer ser siempre el primero. En todo.
Pero, en efecto, Ayuso no es de izquierdas, de modo que si defiende a la Iglesia católica por encima de los comportamientos de algunos sacerdotes o si critica el empeño -ensoñación, diría- de seguir recordando la Segunda República como el período más esplendoroso de la historia de España se debe a que conecta muy bien con un amplio electorado de este país al que le reconforta y satisface que una dirigente del PP se atreva a sostener en público lo que ellos opinan en privado. Además, lo cuenta claro, le vi sus frases apuntadas en un papel en el congreso de Granada, pero las pronuncia con convicción.
Prefiero pactar con el partido de Ortega Lara que con los herederos de sus secuestradores, ha dicho en Castilla y León. Duele, porque es impreciso, pero es impecable, Ortega Lara fue secuestrado por ETA y Arnaldo Otegi perteneció a la banda terrorista. El diario Gara informó así de la liberación de ese funcionario de cárceles después de meses de calvario en un zulo mínimo: "Ortega Lara vuelve a prisión". No es posible ser más miserable.
Pero Vox no es el PP, ni siquiera es AP. Tampoco es la vieja extrema derecha, es la nueva derecha populista, como su espejo de la izquierda necesita un caldo de ira y, para ello, está a dispuesto a derribar consensos, inventar mentiras y dar pábulo a los conspiranoicos que tienen en el altar del infierno a Bill Gates, George Soros y Greta Thumberg. De modo que si Manuel Fraga embridó a la extrema derecha de la Transición dentro de AP, Isabel Díaz Ayuso es el mejor seguro en estos momentos para evitar que Vox repita en España lo que es Orban en Hungría, Salvini en Italia o Morawiecki en Polonia.
Ayuso lo logró en Madrid y ha tenido que acudir a salvar a Fernández Mañueco, porque el PP de Génova no ha logrado combatir la maniobra del adelanto electoral con sus susurros a los corderos y a las gallinas. Casado debe contar con ella, es una crack, que le ha soltado a Rocío Monasterio que los chavales latinos de Madrid son "tan españoles como Santiago Abascal, usted y yo". ¿Un peligro, Ayuso?, me preguntan. El PP es un gran partido, es Estado, no es un líder.
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