Confabulario
Manuel Gregorio González
V aleriana
CONSUMADA la infamia de lograr la investidura dinamitando la separación de poderes que sustenta toda democracia, quienes toleran la estafa electoral y el comportamiento moral corrupto de Pedro Sánchez de pactar esa rendición en el extranjero con un prófugo de la Justicia argumentan que la amnistía, que tres días antes de las elecciones el propio presidente consideró inconstitucional, es un sapo que hay que tragarse para que no gobierne la derecha. Más allá de que es falso, porque la evidencia de que el PP no puede gobernar con el resultado del 23-J quedó patente en septiembre en la investidura fallida de Alberto Núñez Feijóo –único responsable de su propia derrota por caer en la trampa de un trilero de la política y por ceder en sus principios y no ejercer el liderazgo en su partido para decir no a pactar con Vox–, lo más grave es que quedan otros sapos por tragar, para desgracia de España.
Lo puso negro sobre blanco en la primera sesión de investidura Miriam Nogueras la portavoz de Junts: “No tiente a la suerte”, le dijo a Sánchez confirmando que el chantaje será permanente y que, pese al ejercicio de tahurería que es el texto del infame Pacto de Bruselas, exigirá el cumplimiento en esta legislatura del ejercicio de la autodeterminación de Cataluña y de la concesión del pacto fiscal para que la Generalitat recaude el 100% de los impuestos en esa comunidad autónoma. Y si no cede con la misma docilidad con que lo acaba de hacer, tumbará a al Gobierno investido ayer. Ni siquiera le toleró a Sánchez que explicase su autoengaño de que la amnistía es un perdón a los delincuentes en pos de la concordia. Y no lo hizo porque ese relato es mendaz respecto a que sólo es un acto corrupto de compra de votos por un precio inasumible, sino porque le impone la realidad: que la amnistía que concederá es admitir que el Estado fue opresor y que los jueces no aplicaron la ley ante graves delitos sino que actuaron de forma prevaricadora por motivación política.
Los que por puro gregarismo aceptan tragarse el sapo que supone amnistiar a cambio de investir obvian que no pueden imponer que todos los españoles aceptemos esa inmoralidad abyecta y no toman conciencia de que, en realidad, con quien han pactado es con un partido de la derecha totalitaria, xenófoba e insolidaria. Pura progresía, vamos.
Los sapos que quedan por tragar y que acabarán cediendo en esa huida sin sentido que arrasa el sistema constitucional alumbrado por la Transición no merecen ni un día en la Moncloa. El resultado de las urnas dejó una aritmética que obligaba a rendir la dignidad del Estado ante un delincuente a la fuga para formar Gobierno. Negarse sólo obligaba a votar otra vez. Un precio digno y asumible.
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