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En mi “sistema educativo”, echar cuenta a tu signo del zodiaco era una licencia pagana que te permitías en la intimidad. Pero era muy de temer que hasta los más negacionistas de la astrología –esa rival de la fe– leían en su semanario el horóscopo; cómo le iba a ir en amores a las Sagitario, qué riesgos financieros acechaban al Virgo, cuáles alimentos debía evitar el Libra si no quería acabar con desconsuelo intestinal. Quien cree en un Dios verdadero te dirá, con el desdén que da atesorar la verdad: “Yo de esas cosas, ni idea”. Me resulta menos complicada la creencia ciega en lo irracional y misterioso que atribuir al girar perpetuo del cosmos y al calendario características que agrupan a las personas en categorías, de manera que, si naciste el 21 de julio, eres Cáncer; un día antes, Géminis para toda la vida.... ¡y cómo se te nota!
Sé que el horóscopo con estudios basa sus predicciones en la posición de los astros en el momento del nacimiento. Y que en ellas cuenta el ascendente, concepto que mi brida cartesiana me hace no entender. Por mor de una parte de Iglesia lejana a Cristo, y aburridos de ser cristianos, a muchos les dio por Shiva o Visnú, teniendo “en casa” una extraordinaria mística con toda suerte de artes mayores como parafernalia. Se lo perdono a los Beatles, y es que, en maneras, el protestantismo inglés no le llega al catolicismo ni a la pila del agua bendita.
Cada palo aguanta la vela que alumbra, temblorosa, su existencia; hay benditos que nunca se han planteado qué somos y de dónde venimos y por qué, y para qué comerse el cerebelo con creadores ni constelaciones. Beatus ille: dame fumbo (Forges), cerveza y alivios; no quiero más allá. El signo zodiacal daba juego con el también forgiano “¿Estudias o trabajas?”: “Me está dando en la nariz que eres una Aries de manual, y yo soy Tauro, nada que hacer, baby, disfruta la noche, huele a Acuario por aquí; me voy, no hay vibra; por si fuera poco, tengo ya a la Luna y a Urano en Leo; y no lo digo yo, que lo dijo Franco Battiato”.
Ayer vine a saber que el Nobel Bertrand Russell nació el mismo día que yo, 71 años antes; un tauro del 18 de mayo, vano orgullo el mío por coincidir en el carrusel cósmico con quien tuvo el valor –y la maestría-- de titular así su ‘Por qué no soy cristiano’. Agua y aceite, también nació en un día como ese el Papa Juan Pablo II, en 1920. Pero cuántas y cuán diversas criaturitas de sus madres habrán nacido sin mayor efeméride en esa fecha, o en otra cualquiera desde el Big Ban o la Creación y sus miríadas oceánicas de galaxias y tiempos.
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