¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
¿Dónde está la ultraderecha?
En estos días deberíamos estar celebrando en Córdoba la Feria de Nuestra Señora de la Salud, la fiesta local más esperada y que pone punto y final al Mayo Festivo por todo lo alto. Por segundo año consecutivo, nos hemos quedado sin feria con todo el dolor de nuestro corazón por lo que este acontecimiento significa a nivel social y económico para la ciudad. La situación sanitaria que vivimos por la pandemia del coronavirus bien merece la cancelación de este evento, aunque eso no quita que durante todos estos días sintamos una gran morriña al recordar los buenos ratos vividos en El Arenal. Hasta el albero se echa de menos, que es mucho decir.
Uno de mis momentos favoritos de cada feria comienza en casa, con el ritual de vestirse de flamenca para salir con las amigas. El moño, el maquillaje, enfundarse en el vestido, colocarse de forma correcta el mantoncillo, ponerse los pendientes y asegurarse de que la flor va a aguantar en la cabeza todo el día son los pasos previos a la salida, a toda prisa, camino del autobús o el taxi -si hay suerte-. No importa el calor sofocante que haga porque la ilusión de echar el día en El Arenal -hasta que el cuerpo aguante- es más fuerte que el sudor y el cansancio. Para sobrevivir en lo que sería un entorno hostil si no fuera porque estamos allí por gusto, es totalmente necesario apañarse un abanico, buscar la sombra y asegurarse de que la caseta en la que entras tiene un buen sistema de aire acondicionado. Habrá que esperar al menos a 2022 -esperemos que la situación mejore y pueda ser posible- para revivir esos momentos únicos.
Mientras tanto, en este año atípico, El Arenal intenta mantener viva su alma con un parque de atracciones que estará abierto hasta el 30 de mayo, el día en el que debería acabar la Feria de Nuestra Señora de la Salud. Aunque no es lo mismo, al menos con esta iniciativa muchas familias y grupos de amigos, pero sobre todo los más pequeños de la casa, están disfrutando de los cacharritos, las tómbolas y las típicas tiendas de comida y chatos de vino. Los comerciantes del Centro también han ambientado las calles, lo mismo que muchos bares de los barrios de la ciudad, para que ni en estos tiempos difíciles se pierda el espíritu festivo del Mayo Cordobés.
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