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HACE unos días acompañé a mi buena amiga Lola Álvarez, directora general de la Agencia EFE, a la entrega de los Premios Meridiana que otorga cada año el Instituto de la Mujer. Ella era la premiada. Me emocionaron sus palabras de agradecimiento. Un breve discurso en el que condensó las tres virtudes de una excelente alocución; brevedad, sinceridad y mi ratificación de que el premio y ella se prestigian mutuamente. Debo elogiar también el magnífico discurso del hijo de quien fue la fundadora del Instituto, Carmen Olmedo.
Entre pan y pan estaba el bocadillo. Dos discursos institucionales (dos varones, por más señas) cargados de obviedades, además de sendas frases de cada uno que me sobresaltaron. El primero señaló que a las mujeres nos queda "mucho camino por recorrer". Y el segundo apuntó que "de nosotras tenían mucho que aprender". Desilusionada por las pocas novedades en materia de igualdad después de tantas políticas institucionales que tardan en calar, me enredó un gruñido interno de inconformismo. Hasta que Felicidad Loscertales, investigadora y responsable de incontables proyectos y libros sobre el tema, me trajo con su coche a casa. Felicidad es una investigadora de la Universidad de Sevilla, admirable por su cultura y capacidad de análisis, tan necesario en nuestra sociedad. Siempre que tengo el privilegio de estar a su lado, de escucharla, me inyecta un entusiasmo osado para querer imitarla. Investigar para entender, analizar para reflexionar, estudiar para saber contar, educar para luchar. Por algo es Medalla al Mérito de la Educación.
Ella me habló sobre un nuevo proyecto en el que se ha embarcado y para el que un grupo de mujeres intelectuales ha conseguido apoyo ministerial dentro de eso que se llama I+D. El título: La nueva masculinidad. ¿Y qué es esto? Muy sencillo, me cuenta Felicidad. Cornelia fue una mujer de gran cultura y carácter. La historia la recuerda por haber sido la primera mujer a quien se le alzó una estatua pública en Roma. Cornelia luchaba por su propia identidad, pero siempre era presentada como la hija de Escipión, el general romano que derrotó a Aníbal, la esposa del cónsul Tiberio Sempronio Graco y madre de los Graco. Del año 110 a. C. a nuestros días poco hemos avanzado. A las mujeres se nos sigue presentando como parejas de nuestros maridos. Siendo más las universitarias y con mayor nota, pocas logran cargos directivos. Cobramos menos que los hombres, se nos despide si nos quedamos embarazadas y ahora, en la crisis, se nos mantiene por ser más baratas.
Señores, es a ustedes a quienes les queda "mucho camino por recorrer". Pero no se preocupen, que Felicidad Loscertales les podrá "ayudar para aprender" a encontrar su nuevo lugar en el mundo, su nueva masculinidad.
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