Quizás
Mikel Lejarza
Toulouse
La ciudad y los días
ESTÁ cortada la carretera a la altura del puente. Me acerco al adarve. El barro me cubre los tobillos. La fotografía es desoladora. El agua queda a un palmo de la baranda. No llueve. Pero el río no para de crecer como un manto de aceite hirviendo. Ha inundado el paisaje de color marrón oscuro. Del color del fango. La naturaleza es sabia y asigna el color negro a lo quemado y el marrón a la mierda. Los dos cumplen una misión de alerta que acatan todos los animales salvo el hombre. La única bestia que desafía a la naturaleza construyendo presas para vaciar las cuencas y edificios para llenarlas. Concepción Arenal decía que no hay animal tan manso que atado no se irrite. Igual le ocurre al agua cuando quiere bajar libre por su cauce y el hombre no le deja. Abre cárcavas como trincheras para dar salida a su cólera. Y mientras encuentra el camino inmemorial de regreso, ridiculiza al ser humano arrastrando su insolencia consigo.
El agua y la venganza son así: te visitan cuando menos se las espera. Y el daño es doble por la lógica indefensión que conlleva el olvido. Antes del diluvio, tapiamos la puerta. Mientras llueve, esperamos precavidos. Pasada la tormenta, rompemos el dique y olvidamos. El agua y la venganza actúan justo al revés: aguantan y aguantan hasta que la piel y la tierra gritan basta. Para entonces, ya no hay diques en las puertas. De la casa. Ni del alma. Y todo se inunda de marrón oscuro. Del color de la mierda. Ahora llueve racismo y xenofobia por toda España. La lluvia es fina e invisible porque no aparece en los mapas del tiempo. Sin embargo, los móviles, la red y la televisión están atestados de mensajes contra el moro, el negro, el gitano y por la unidad territorial y confesional del Estado. En una de estas cadenas reaccionarias el tema de debate era: "¿Por qué nos molestan los musulmanes?" Fíjense que no se preguntaba si los musulmanes molestan. No. Se daba por supuesto y los contertulios vomitaban respuestas para incendiar aún más a la audiencia.
Algo similar está ocurriendo con el ataque permanente al Estado de las Autonomías, la última víctima de este calabobos neofascista que está empapando hasta los huesos de la gente más simple. Es urgente y necesario un reajuste económico de las administraciones públicas en España. Sin duda. Existen ventanillas duplicadas que convendría eliminar. Sin duda. Y habría que coordinar legislaciones territoriales contrarias al principio de igualdad de los ciudadanos. Sin duda. De ahí a cuestionar la incuestionable descentralización del Estado, conforme a criterios de identidad cultural y cercanía eficiente al administrado, media un abismo. Por ejemplo, nadie emplea los mismos argumentos para atacar a Estados Unidos, Alemania, Bélgica o Suiza. Todos ellos federales o confederales sin tapujos. ¿Por qué no empezamos suprimiendo las diputaciones?
El ser humano sólo se dignifica rebelándose contra las bestias de su especie y obedeciendo preventivamente a la naturaleza. Por desgracia, el animal humano que se rebela contra la naturaleza es incapaz de rebelarse contra sí mismo. Aunque no llueva.
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