El mundo de ayer
Rafael Castaño
Tener un alma
En nuestra publicación de la pasada semana, el autor de la misma tuvo el honor -¿o la osadía?- de "opinar" sobre la llamada Ley del solo sí es sí. Y seguimos en ello.
Lo dejamos referido: Por aplicación de la dicha Ley, algunos de los llamados "delincuentes sexuales" -apelativo con el que se designa a los peligrosos agresores sexuales, al margen de la ley y de la moral- han visto rebajadas sus condenas. Es más: Por mor de las dichas "rebajas", algunos de los susodichos violadores han sido -y están siendo- excarcelados.
Por el contrario -y por aplicación de la misma Ley- algunos otros autores de idénticos delitos siguen en el trullo.
En consecuencia, y por aplicación del sentido común, tenemos que concluir que ambos "resultados" no pueden ser conformes con la Ley de referencia. Por contradictorios.
Lógicamente, y a la luz de lo publicado, tenemos que concluir que los dichos "resultados" son (irreparablemente) consecuencia:
a) De "un incumplimiento de la ley del solo sí es sí y la actuación reaccionaria de unos jueces machistas que están aplicando la ley de forma defectuosa y en un sentido contrario", en el decir de la señora ministra Irene Montero.
b) O traen causa de un anormal funcionamiento de la Administración de justicia.
c) O son producto de lo que dejamos apuntado en a) y b).
A juicio del autor de esta publicación en la aplicación de la llamada Ley "Solo sí es sí" concurren las circunstancias que dejamos apuntadas, que evidencian la indebida aplicación de la misma. Lo cual prueba lo que dejamos apuntado. Es decir, que la llamada Ley del solo sí es sí no produce, precisamente, efectos disuasorios en los peligrosos agresores sexuales, al margen de la ley. Y de la moral. Además, la excarcelación de los dichos condenados tiene la condición de reversible, por susceptible de corrección. En consecuencia, los liberados por aplicación de la Ley solo sí es sí pueden -y deben- volver al lugar del que no debieron salir: el talego. Eso sí: deben ir acompañados de quienes acusan a los jueces de "machistas" y otras lindezas si no prueban formalmente las dichas acusaciones.
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