El balcón
Ignacio Martínez
Motos, se pica
La tribuna
GRACIAS a una venta "sobre plano" ganaron setenta mil euros, que invirtieron en la compra de un solar al que le ganaron doscientos mil y que la constructora vendió por tres veces su valor inicial. Luego vinieron otros solares, algunas fincas y más compras y ventas "sobre plano", casi un millón de euros de beneficios. Y porque no quisieron meterse en líos o arriesgar más de la cuenta, que podrían haber ganado mucho, mucho, más. Ahora se arrepienten, visto lo visto, lo que ha metido la mano la gente y no ha pasado nada. Hablamos de dinero sin polvo y paja, de taco, de B, hablamos de dinero negro, por supuesto. Desde hace unos años ya apenas realizan alguna operación, la cosa está muy parada, se dicen entre ellos, con gesto de melancolía, cuando hablan, cuando se encuentran en esos sitios, sitios caros, en los que antes se solían encontrar con frecuencia y que ya no frecuentan tanto. Esos sitios con zonas vip, gulas y Pingus. Por suerte, y no como les ha sucedido a muchos, te puedo contar el caso de seis docenas, de ganar dinero a esportones y ahora no tener ni paro, lo que yo te diga, fueron previsores en la época de la abundancia y ahora tienen para pasar esta mala racha. Porque seguro que esto es una mala racha que tiene que acabar, se repiten. Mientras tanto, cada jueves por la noche, sacan los sobres que guardan en la caja fuerte que instalaron en el vestidor de ella. En cada sobre hay mil euros, en dos billetes de quinientos. Aún les quedan 83 sobres.
Cada viernes, que es cuando hay más movimiento, gente que entra y sale, justo después de almorzar, recorren cientos de kilómetros en algunos casos, acuden a un centro comercial para cambiar un billete de 500 euros, dos si la cosa está buena. Cada vez les resulta más difícil colocar un "binladen", que los miran raros, y ya ves tú que llegamos a pagar el todoterreno de una tacada, pero esas cosas ya no se pueden. Suelen recordar aquella vez que pitó la máquina, tuvieron que hablar con el responsable del establecimiento, 18 mil euros en billetes de quinientos falsos, que jamás han podido recuperar. No es cuestión de denunciar a nadie. Sucedió cuando 18.000 euros no eran tanto, una operación pequeña. Aunque todas las mañanas abandonan su domicilio, por suerte libre de hipoteca, y fingen acudir a un trabajo que ya no es tal, tuvieron que dejar la pequeña oficina que tenían alquilada, saben que muchos de sus vecinos, amigos y familiares comienzan a sospechar. Una tarde, a la salida del colegio, su hijo les preguntó: ¿guardamos el dinero en el colchón? Dejaron de contratar al payaso y al mago para las fiestas de cumpleaños, no han cambiado de coche en tres años, apenas cuentan sus viajes, que ya ni por asomo son parecidos a los de no hace tanto, ni en calidad ni en cantidad. Han empezado a ser y comportarse, aunque sea aparentemente, como los demás.
Seguramente, esta historia le sea conocida, incluso familiar, por desgracia todos tenemos un ejemplo al que acudir. Hace unos días escuchaba horrorizado que en España se encuentra el 20% de todos los billetes de 500 euros de Europa, tenemos el doble que Alemania, estiman que unos 50.000 millones de euros. Yo no he tenido nunca uno en la mano, una vez pude ver uno en un banco. Lo miré como a esa especie extraña y desconcertante que contemplamos tras el cristal empañado, en el terrario. Yo no sé si la solución es retirar de la circulación los billetes de 500 euros, tal vez, lo que no me cabe duda es que si este Gobierno tuviera un compromiso real por la transparencia fiscal, por la afloración del dinero negro existente, sí debería establecer un plan para saber dónde está este dinero, cómo y cuándo se ha conseguido, por qué no está contabilizado y todas esas preguntas que todos nos hacemos. De la misma manera, y paralelamente, se debería abrir un periodo limitado de tiempo para su regularización. Asistiríamos a episodios berlanguianos, no lo dude, cámbiame uno y te quedas con cien euros, pero "aclararíamos" buena parte de esa fortuna que convive con los ácaros de los colchones. En definitiva, tal y como sucedió y nos contaron en La noche más oscura, necesitamos nuestra propia e ibérica Operación Gerónimo, y así encontrar todos esos binladen que sólo unos pocos han visto -y disfrutado-. Gracias a esos billetes, o por esos billetes, muchos tenemos desproporcionadas hipotecas a 35 años, el precio de los pisos no termina de bajar y tal vez su hijo deje de tener una beca de idiomas y un familiar no podrá acceder a las prestaciones de la ley de la dependencia. Y no estoy exagerando, es la realidad tangible, esencial, primaria y elemental, que nadie como el dinero sabe manejar.
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