Confabulario
Manuel Gregorio González
V aleriana
La colmena
No es la primera vez que escribo a contracorriente. Es más, me alegro de vivir en una ciudad de provincias para evitar ser diana de escraches ante las hordas de ultras que tanto miedo dan desde Madrid. “¡Pedrito, te queremos!”. Sí, hace referencia a Pedro Sánchez, el incendiario que ha sacado votos de debajo de las piedras (ya lo anunció el domingo del 23-J) para gobernar cuatro años más.
Me reitero: el sapo de la amnistía no le gusta a nadie; tampoco a los suyos (y no hablo de oídas). Pero la radiografía, aquí y ahora, es la que es: 4 vicepresidentas, 22 ministros y muchas componendas territoriales y partidistas en las que Andalucía, todo el Sur, somos convidados de piedra. Podemos suavizar el análisis, podemos esquivar los adjetivos grandilocuentes con que la prensa más reaccionaria ha dibujado al nuevo Ejecutivo, pero la realidad varía poco. Más que un Gobierno es una encaje de bolillos que hilvana compromisos y órdagos de unos y otros.
Señores socialistas, no se desconecten aún del móvil. Después de los primeros niveles de responsabilidad llegan los segundos y, no nos equivoquemos, es ahí donde reside el poder. Importa que el número 1 no meta la pata pero más crucial resulta que los segundos sepan gestionar.
Ahí quería llegar. Cuatro y poco de la tarde. Facultad de Comunicación de Granada. Clase de Taller de Radio. Dos alumnos se ponen al frente del control y otros tres montan una tertulia en la pecera para ver, entre todos, si nos hacemos con la técnica. El tema es libre. Comienza la grabación: “¡Pedrito, te queremos!”.
No doy crédito. ¡Pero si a Pedro (Sánchez) media España lo haría desaparecer! Pues sí, hablan de él. Y a iniciativa propia. Y bien. Toda la clase se une al debate. Hay una estudiante que ha hecho hasta 40 viajes este verano con Alsa. Tengo dos folios de notas: de Granada a Barcelona por 9 euros, de Madrid a Cantabria por 3,47… No todo es color de rosa: hay mucha letra pequeña y muchas cosas que mejorar. Bien, pero el tema de la tertulia me fascina: por qué los jóvenes merecen viajar (casi) gratis; por qué el programa debe continuar (y cómo); por qué Pedro Sánchez (su equipo) ha sabido conectar con un sector tan importante del electorado. Los jóvenes, ese goloso nicho de mercado que tanto se resiste (a todos), no es tan inescrutable. Ni pasan de la política ni son acríticos: enjuician qué les benefician de la cosa pública y actúan en consecuencia. ¿No se trataba de eso desde los tiempos de Platón?
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