Félix Ruiz Cardador

Pluribarianos

La vida vista

La filosofía nómada, pluribariana, la les digo yo que ensancha el corazón y enriquece el caminar

03 de agosto 2017 - 02:30

Mi pluriyo guarda recuerdo de muchos agostos cordobeses y sabe por eso sus pautas plurianuales. El calorón inevitable, por ejemplo, o los cierres de tiendas, o los domingos de solano y desierto urbanita, o el ir y venir de los rodríguez, esa casta sagrada, comiendo solateras su flamenquín con papas en la barra del bar mientras leen el Marca con fruición y con los deditos manchados de fritanga cordobita. Agosto es así, ya lo conocemos, y también en él, por ese sacrilegio que significa el cierre vacacional de muchos baretos de barrio, es cosa corriente, tradición, que las parroquias de taberna sufran movimientos inhabituales, haciendo coincidir en el mismo garito a gentes que el resto del año cumplen con el rito de la caña y la tertulia en establecimientos distintos. El nuevo, víctima del cierre de su bar de siempre, llegará por ello al destino temporal con cierta cautela, con la zozobra propia de quien camina por terrenos no conocidos. Si en su bar de siempre recibe la cerveza a su gusto y sin siquiera pedirla, pues allí saben bien de sus preferencias y manías, aquí ha de pedirla con cortesía casi olvidada, obligado por ello a trabajársela. Notará la diferencia, pues no será todo tan de su gusto como en el corral de diario, y en la cosa de la charla se andará con ojo de moderar sus posiciones pues no sabrá de qué pie, si madridista, rajoyano, carlosgonzalista o podemil, cojean sus nuevos compañeros de cervecilla y asueto. Con el pasar de los días, sin embargo, el emigrado forzoso cogerá confianza y, si es persona de mente abierta y corazón ancho, se pensará si no es mejor pasarse al sanchismo político, adaptado a este caso, y hacerse pluribariano. Alternar pues, cuando pasen los rigores del veranito y llegue el tiempo de las migas con chorizo, su lugar de siempre con esos nuevos territorios conquistados y compartidos. El pluribarismo entendido pues no tanto como plurinacionalismo disgregante sino como religión que une y conecta, que engrandece el viaje incierto de la vida. Como modelo a seguir que quizá debiesen de adoptar todos esos que piensan que el único bar ideológico bueno y moral es el propio. La filosofía nómada, pluribariana, ya les digo yo que ensancha el corazón y enriquece el caminar.

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