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El Ejército ha ganado en estas últimas décadas tanto prestigio que buena parte de la opinión pública le otorga virtudes que no son tales. Por ejemplo: la Unidad Militar de Emergencias (UME) ayuda, pero no extingue los incendios forestales. Eso es algo que hace muy bien el dispositivo Infoca, renovado y diseñado en los años noventa bajo un modelo tecnificado después de sufrir varias muertes durante algunos veranos. El peor, el incendio de Monteprieto, en Grazalema, en septiembre de 1992, donde murieron cinco personas.
En el año 2004 ardieron 25.000 hectáreas entre el Berrocal y el Madroño, en Sevilla, y el líder de la oposición, entonces Javier Arenas, denunció lo que él entendía era una "falta de medios". En julio de 2017 se declaró un incendio entre Matalascaña y Mazagón que mostró la espectacularización política de los puestos de mando: Rosa Aguilar, entonces consejera, se colocó el chalequito que estos días hemos visto instalado como uniforme en Sierra Bermeja, y allí acudieron, como en el cuarto de Tula, Susana Díaz, Zoido, Sanz, Fiscal y los bomberos. No hubo cargo menor del PP y del PSOE que no acudiese a un incendio del que se culpó a unos supuestos "terroristas medioambientales", aunque se había propagado, por error o negligencia, desde una carbonería.
Claro, que la polémica también se centró en si había que avisar a la UME. Entonces era el PP el que gobernaba en España, y la UME representaba al Gobierno de Rajoy, como durante estos días se la ha visto como la mano de Pedro Sánchez.
Si apartan toda esa hojarasca, les quedará el Infoca. Lo que hicieron el pasado fin de semana sus responsables es encomiable: retirar a todos los efectivos y ordenar los desalojos de varios pueblos ante el riesgo de derrumbe de un pirocúmulo. Es posible que la muerte del bombero almeriense les subrayase de modo doloroso que eso era lo adecuado -nadie debe morir- y también lo es que el Gobierno andaluz se enfrentase a la terrible pesadilla que se vivió en Portugal hace tres años en unos incendios en los que fallecieron más de 70 personas.
El Infoca tendrá que resetearse para diseñar otras respuestas a los incendios de sexta generación. El tiempo de reacción ante conatos va a tener que acortarse, pero muchas urbanizaciones que están en zonas arboladas deben que invertir en unas medidas de protección. La política forestal debe recuperarse porque se ha dejado ausente, como un pecio, y el cambio climático impone nuevas reglas.
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