Tribuna de opinión
Juan Luis Selma
Todo, por un Niño que nos ha nacido
La tribuna
HACE unos días escuché a un grupo de españoles de visita en Miami quejarse del estado de la sanidad en nuestro país. Era una conversación privada en una mesa contigua de un restaurante, pero poco me faltó para levantarme e intervenir. Verán, la sanidad española estará como esté, pero no sabemos lo que tenemos. Y uno lo averigua con rapidez cuando vive fuera de nuestras fronteras, concretamente en el país más desarrollado del mundo. En Estados Unidos no hay seguridad social como aquí la conocemos. La atención médica no es un derecho, sino un privilegio para los que pueden pagársela. Existe un sistema de atención elemental para aquellos que están por debajo del nivel de pobreza federal y los que se salen de este baremo, simplemente, no tienen cobertura. El que esté por encima del nivel de pobreza y quiera tener atención sanitaria, se la tiene que pagar de su bolsillo.
Pero los seguros privados comienzan alrededor de los 800 a 1.000 euros al mes. Eso sin contar que tienen franquicias, como los seguros de los coches (para ingresar en un hospital, los primeros 4.000 ó 5.000 euros te los pagas tú) y que en las consutlas médicas hay que pagar un porcentaje de la visita. Hay variaciones en estas cifras, se pueden ajustar un poco los precios, pero una familia normal de mediana edad con dos niños no sale por menos. Ni que decir tiene que cualquier tipo de enfermedad crónica o incluso un embarazo descalifican automáticamente para la cobertura a no ser que uno esté dispuesto a pagar cantidades exorbitantes para compensar el riesgo.
Este despropósito de las compañías aseguradoras refleja los costes de la medicina en ese país. El valor medio de una de las cirugías más comunes, la cesárea, está en 25.000 euros (alrededor de 9.000 en España); unos simples antibióticos genéricos: 100 euros (menos de 5 en España), y mejor no hablar de las visitas a urgencias. Tener a un niño ingresado una noche en nuestro país por una fiebre alta o un problema menor puede estar en torno a los 300 euros; en América: 1.500.
Semejantes primas en los seguros dan como resultado casi más de 46 millones de personas que no tienen ningún tipo de cobertura médica en Estados Unidos. Algo así como toda España sin derecho a la asistencia a la salud.
Estas cifras siguen en aumento porque al drama de no tener cobertura médica se une ahora el de no tener trabajo. Una opción para conseguir atención sanitaria para muchos americanos ha sido a través de su trabajo ya que las empresas (algunas, no todas) cubren un porcentaje de las primas. Ahora, junto con el trabajo, también están perdiendo la cobertura médica. Imagínense, con la que está cayendo en España ahora mismo, que los millones de personas que están en el paro no tuvieran además donde acudir en caso de enfermedad y sus hijos tampoco.
Por todo esto, y a pesar del desastre financiero que azota a Estados Unidos, reformar la sanidad es una de las prioridades del presidente Obama. Clinton lo intentó en su momento y fracasó, entre otras cosas por los impresionantes intereses creados en un sector en el que se mueven billones, con "b", de euros. Pero la situación ahora es tan dramática para tantas personas que es imposible retrasar la reforma.
La estrategia de Obama es aumentar los impuestos a las clases pudientes e intentar reducir los costes médicos, aunque esto último parece poco menos que imposible. Y no se trata de que al otro lado del atlántico se practique una medicina de mejor calidad; en España podemos decir sin ningún tipo de complejos que nuestra medicina hospitalaria está entre las mejores del mundo. En Estados Unidos, entre otras cosas, se ha creado un sistema viciado que se retroalimenta a sí mismo. La medicina americana se practica de forma defensiva porque poner una demanda a un médico es tan común como comerse una hamburguesa. Así, los médicos tienen que contratar seguros millonarios para protegerse ante posibles querellas y subir sus honorarios para poder pagar las primas (los ginecólogos, por cierto, están entre los que más denuncias reciben). Obama está intentando poner orden en esta selva por medio de algún tipo de cobertura que proteja a más personas. ¿Y a que no saben qué modelo les resulta a sus asesores de lo más atractivo? Oh yes, nuestro sistema de Atención Primaria, con sus centros de salud en el barrio y sus tarjetas con historiales y recetas electrónicas, es la Disneylandia sanitaria para los habitantes de la primera superpotencia mundial. El estado del bienestar comienza por la salud y de vez en cuando no está mal refrescarnos la memoria.
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