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Yo iba a escribir sobre fantasmas, pero no del tipo espectral, quimérico, fantasioso o que se aparece a los que estamos vivos (o eso nos creemos, vivos... ¡uh!). Iba a escribir sobre fantasmas según la quinta acepción de la RAE: “Persona envanecida, presuntuosa y más falsa que una moneda de tres euros” (la coletilla es de servidor: la propongo tras saber que “chundachunda” ya es palabra con papeles). Cuando me iba a sentar en una poco ergonómica pero calentita mesa camilla de la casa que unos allegados generosos me han cedido para que me aloje ocasionalmente, me salta un mensaje de mi hija. Debo anticipar que la casa comparte con un convento centenario un considerable fragmento de un muro medianero que es, en realidad, de una muralla almohade. Ante el espanto de los supersticiosos y el encanto de los trascendentes y juguetones con los límites de la vida, solemos decir que allí de vez en cuando “pasan cosillas”, Transcribiré el “hilo”: “Te cuidado con los espíritus”. “Pues mira, salí a tomar un café y aquí me ha dejado una monja unas torrijas (…), es de la congregación de al lado (…), murió en 1845, y viene aquí a pasar temporadas cuando las hermanas vivas le hacen bullying por canija”. “Claro papá, mucho mejor acompañada, es buena gente la monja”. “Y como traspasa paredes sin sentirlo, se viene aquí y se pone con sus rosarios y su repostería”. ¿Y tiene nombre?”. “Yo la llamo Sor Transparente”. “Jajaja”.
De vuelta a los fantasmas con DNI en vigor, que es sobre lo que uno iba a negociar dos párrafos, un político republicano en EEUU ha sido expulsado con los votos propios y ajenos del paraíso congresista. por mentir todo lo que pudo sobre su currículum, una historia paralela que ríete ti de tú de Atrápame si puedes, de Spielberg, protagonizada por Leonardo Di Caprio; un biopic basado en la vida de un tipo que, tras hacerse pasar con éxito por piloto de aerolíneas, cirujano y abogado, acabó siendo contratado por el FBI. Eso sí que es un fantasma: no son muros corporativos fáciles de atravesar, ésos. Al congresista se le imputan 23 delitos graves. Más allá de ellos, y a pesar de su fenotipo, se inventó orígenes judíos vinculados al Holocausto, y una madre que escapó del 11-S, cuando ese día la madre verdadera –en caso de serlo– estaba en Brasil. En fin, que no se descubre aquí nada: estamos rodeados de fantasmas y que, aunque sea a cándida escala, todos practicamos el “Vicios privados, públicas virtudes”. La guinda de la torrija curricular de este fantasma con visible sobrepeso es que se apellida Santos. Y es que no se puede fiar uno de nadie.
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