Confabulario
Manuel Gregorio González
V aleriana
Quizás
Hay cosas que no cambian nunca. Lo de las dos Españas es una de ellas, aunque ahora la denominación haya cambiado. Para la mitad de la población, la otra mitad son unos “fachas” herederos del franquismo, incapaces de entender las diferentes sensibilidades nacionales que habitan en la península, y con ideas y convicciones dirigidas por los sectores más ultras de la Iglesia Católica. Para esta mitad, quienes les acusan son radicales comunistas, que desean acabar con la Constitución y de paso con la monarquía. Mientras unos se autoproclaman como “progresistas”; los de enfrente se definen como los únicos “patriotas” defensores de las libertades individuales y de la nación española ante el totalitarismo nacionalista periférico. Unos critican los pactos del PP con la extrema derecha y los otros responden que el PSOE está en manos de ETA. Una de las dos Españas es “fascista” y la otra “Filo terrorista”. Una gobierna con quienes celebran a Mussolini y la otra pacta con los que continúan sin condenar los crímenes de ETA. Para unos, los de enfrente son franquistas 3.0; y para los otros quienes no opinan como ellos son terroristas peligrosos que trabajan para acabar con su país, sus costumbres, su lengua y sus valores. Las dos Españas solo coinciden en una cosa. Ambas creen que la justicia y los medios están controlados. Por sus oponentes claro.
Es difícil no formar parte de alguna de las dos orillas, porque no hay lugar para los desertores. Sin embargo, España es mucho más plural y no se rige por el maniqueísmo de reducir la realidad a un juego entre buenos y malos. Desear y trabajar por el progreso no es patrimonio sólo de la izquierda. Defender una España plurinacional no convierte a nadie en etarra. Hay sobrados argumentos para criticar la amnistía por injusta e ilegal sin ser por ello un reaccionario. Defenderla por conveniente para la convivencia no trasforma a quien lo hace en un radical secesionista. La mayoría queremos vivir en paz y entendemos que las autonomías reflejan y respetan las diferentes maneras de ser españoles. Son minoría los que desean que gobiernen Vox o Bildu. Todos hemos dejado atrás al franquismo y a ETA derrotados ambos por una democracia que, aunque imperfecta, forma parte de lo que somos y nos satisface como medio de convivencia. España no es ni fascista, ni comunista. El mestizaje de personas e ideas es su mayor riqueza. Es nuestro lugar en el mundo y ninguno lo cambiaríamos. Dicen algunos que se rompe todos los días, pero seguimos juntos, perdiendo el tiempo en enfrentamientos estériles, porque vivimos tan bien, que si no discutimos, nos aburrimos.
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