Confabulario
Manuel Gregorio González
V aleriana
El novato
Con una ese: Vanesa. Mañana bajo de Candelario (Salamanca) por la Ruta de la Plata y pasado Cáceres la hubiera llamado. "¿Una cervecita en menos de hora y media?". El tentempié siempre es en Monesterio, pueblo que me recuerda a mi madre porque de vuelta del veraneo paraba sin falta con mi padre en el Leo, el antiguo, no el megacomplejo (restaurán, gasolinera, tienda de productos típicos extremeños) que hay a la orilla de la carretera. Te mandaré un mensajito pero no estarás. Aun así, iré al viejo bar y me tomaré una caña por ti, por tu marido, Josemari, y por vuestros tres niños, Ángela, Joaquín y Victoria, recluidos en Dos Hermanas, lejos de la familia, a cuenta de un virus que os/nos tiene preocupados y acojonados a todos, y planearé vuestra próxima escapada a Candelario, como hicisteis hace un año, o una futura visita como la que Ray y servidor nos marcamos hace dos a la Feria del Jamón de Monesterio, donde nos trataron a cuerpo de rey (Juan Carlos).
Vanesa, con una ese, o Vane a secas es muy amiga, íntima. Nos picamos Pilar Larrondo y yo para que confiese a quién quiere más de los dos. No suelta prenda por no entristecer a la joven trianera, obvio. Profesional como la copa de un pino, nunca ha puesto pegas a nada, aunque sus circunstancias familiares fueran adversas. Curra y no se queja. Maqueta de cine y cuenta unos chistes espantosos. Siempre tiene frío. A veces nos acompaña a los fumadores a la calle o la azotea para mover las piernas y darle a la sinhueso. En una redacción con un puñado de egoístas, trepas, envidiosos y pelotas (cada vez menos porque vamos menguando) sobresale la sonrisa, el buen rollo y la honestidad en el trabajo de esta pacense que me deja darle palmaditas en el coco como don Ramón Ramos hacía antaño en nuestras crismas.
Vane, nuestra Vane, está pachucha y muy angustiada por sus niños, por su marido, por sus padres, por sus hermanas, por sus compañeros de trabajo… Pero ella, madre corajuda, puede con todo y en breve estará en la calle Rioja contando los peores chistes del mundo, maquetando unas páginas espectaculares y echando el cigarrito de rigor sin fumar. Vuelve pronto y prometo que me apunto en la lista y no me cuelo durante un mes y aceptaré que quieras a Pilar más que a mí, al menos un tiempo. Vane, un beso gordo, aunque Pedro Simón, como llama Larrondo al virólogo de nombre Fernando pero que le pega llamarse Pedro, nos dé en el culo como se entere.
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