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LA Copa del Mundo, conquistada brillantemente por la Selección Española, recorre en estas fechas la geografía nacional, solicitada por los respectivos ayuntamientos para que los aficionados más fetichistas se fotografíen junto a la urna que la protege. Ya ha pasado por algunas ciudades y muchas más esperan en una larga lista a que les toque el turno. Aquí, en Córdoba, como casi siempre, no se sabe nada. El gobierno municipal, el mismo que no instaló pantallas gigantes para ver la final, restaba importancia al hecho de que no se hubiese pedido la visita la copa. Si los aficionados se empeñan, Rafael Blanco tirará finalmente de agenda para satisfacer a la hinchada.
LA mitad de la clase política local está de vacaciones; la otra mitad, monta guardia. Muchos de los que han ido tienen apagados sus teléfonos móviles, aunque hay algunos que tiene reparo alguno en contestar, más que nada para darle envidia a su interlocutor y refregarle que está de viaje.
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