Zorras de fábula

La canción ‘Zorra’ pretende ser una fábula con moraleja liberadora, pero no pasa de ser una fluida bazofia

08 de febrero 2024 - 00:30

Zorras y otros animales, en las fábulas, a cascoporro: Esopo, Calila y Dimna, el Arcipreste, don Juan Manuel, Samaniego, los utilizan para enseñar, advertir o aconsejar. Mucho antes de que Juan Pablo II les concediera el alma y los humanos convirtiéramos las mascotas en almas de compañía. Unas veces, la zorra es astuta y otras, boba. Unas veces, engaña y otras, la engañan. Un portal chileno de etimologías informa de que la palabra ‘zorra’, con el significado de prostituta, viene del árabe sorriyya: concubina. Cervantes, en el prólogo de Don Quijote, escribe sobre un obispo experto en rameras de la Antigüedad: “Si [tratáredes] de mujeres rameras, ahí está el obispo de Mondoñedo, que os prestará a Lamia, Laida y Flora, cuya anotación os dará gran crédito”. Pero antes de él, fue Santiago de la Vorágine, en su Leyenda dorada el que nos cuenta la vida de Santa Tais, meretriz; una cortesana, una oveja descarriada, que pervertía a toda la juventud de Alejandría con sus maestrías, hasta que el abad Pafnucio se personó en el prostíbulo y la recondujo al redil de Cristo, en el que permaneció hasta su muerte, fustigándose. También es fábula la canción Zorra que nos representará en Eurovisión. Su moraleja es: si quieres ser libre y empoderada, ajena a las críticas, compórtate como una zorra de postal. Sé una zorra de libro. Las zorras de libro, sobre todo, son las que venden su cuerpo para sobrevivir, las que soportan chulos, las que viven hacinadas y esclavizadas en pisos angostos, vigiladas y explotadas por las mafias. Mujeres sin poder alguno, golpeadas, violadas, privadas de libertad. Estos días, oyendo a la hermana de Gregorio Ordoñez pedirle a los políticos que no utilicen más a las víctimas del terrorismo en sus disputas partidistas, que no se alimenten de ellas, he pensado que quizá las prostitutas reales a las que alude la canción de Nebulossa, –o lo que sea ese ¡chum, chum! infame– no se sientan muy felices con la utilización ‘ideológica’ –feminista, ¡ja!– que los cantantes hacen de su oficio, el más antiguo del mundo y, sin duda, uno de los más desgraciados. Hoy en día, a beber cerveza se le llama libertad, a vender el cuerpo para, en muchos casos, sobrevivir, se le llama empoderamiento. Y a un bodrio musical, como Zorra, se lo ve como una herramienta de liberación de la mujer.

stats