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Las dos orillas
Faltan dos días para que termine 2024, que ha sido el año de Puigdemont. Nunca con tan pocos escaños se ha mandado tanto en España. Nunca con tan pocos escaños se han cachondeado tanto de las instituciones del Estado. Dice el presidente Sánchez que ellos tienen el BOE y los del PP los bulos. Pero el BOE no lo tiene el Gobierno del PSOE y Sumar, sino que en la redacción del BOE el jefe es Puigdemont con su grupo de Junts, y ahí se publica sólo lo que autoriza este señor. Fue amnistiado, pero no disfruta de la amnistía. Recibió promesas, pero no se ha cumplido ninguna. Así que está como un gato escaldado y con las garras preparadas.
A Carles Puigdemont sólo le faltó ganar las elecciones autonómicas en Cataluña. Ahí sí le marcó el gol Pedro Sánchez, que ha conseguido el poder en la Generalitat, gracias a su delegado Salvador Illa. Ahí a Puigdemont le salió mal la jugada, ya que intentó conseguir la Presidencia catalana a cambio de garantizar el pacto durante cuatro años. Sin embargo, Pedro Sánchez sabía que eso hubiera sido demasiado: la muerte política del PSC en Cataluña y la del PSOE en España en las siguientes elecciones.
Puigdemont se vino arriba con la jugada maestra de la huida de Barcelona en las narices de los mossos. Gol por la escuadra, cuando se suponía que sería detenido, aunque luego lo soltaran. Pero ni lo detuvieron ni lo soltaron, sino que apareció en plan carnavalesco, dio un mitin en el centro de Barcelona y huyó a su exilio dorado.
Ahora Puigdemont organiza audiencias en Waterloo, a las que acude incluso Pepe Álvarez, el líder de la UGT, no se sabe si como correveidile de Sánchez, o para pedirle un autógrafo. Salvando las distancias, esto recuerda a las audiencias de don Juan de Borbón, en su exilio de Estoril, durante los tiempos de Franco. Lo peor es que a los besamanos de Puigdemont no sólo van emisarios del PSOE, como Santos Cerdán, y de Sumar, como la vicepresidenta Yolanda Díaz, que se reunió con él en Bruselas, sino que está a la espera de que también viaje a verle Pedro Sánchez. Esa foto sería la mejor para la antología del besamanos político.
Puigdemont se sigue burlando de todos. Apoya medidas económicas del PP contra el Gobierno, a la vez que negocia los presupuestos. Le pide a Sánchez que presente una cuestión de confianza, por si la pierde. Y hasta se deja querer por el PP, que ya ha entendido que la amnistía era una trampa para impedir que Feijóo pudiera gobernar.
¡Feliz 2025! El fango sigue igual.
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