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Cuenta Carlos Martínez Gorriarán que en agosto de 1999 se reunieron a comer unos cuantos amigos vascos interesados en discutir la creación de un nuevo movimiento cívico –ya existían el Foro Ermua, Covite y Denon Artean– nítidamente activista contra ETA y el nacionalismo que le daba sustento ideológico. Un grupo de personas comprometido contra el terrorismo y dispuesto a impulsar concentraciones y todo tipo de actos cívicos. El colectivo no debía limitarse a reaccionar contra los atentados, sino que pretendía convocar a los ciudadanos pidiendo que se manifestaran para apoyar unos principios básicos, comunes a individuos con ideas diferentes. Los principios eran: oposición activa al terrorismo en cualquiera de sus formas, procedencias e intensidades; apoyo a las víctimas de ETA y de la persecución política soberanista y defensa de la Constitución y del Estatuto de Guernica.
La cuadrilla de conspiradores aprovechó la costumbre de celebrar una comida con Fernando Savater durante su estancia estival en San Sebastián para reunirse en un discreto restaurante con espectaculares vistas a la Concha. Además de Savater, asistieron Rosa Díez, Maite Pagazaurtundúa, Mikel Iriondo, José Antonio Maturana, Ignacio Latierro –uno de los dueños de la librería Lagun– y el propio Gorriarán. Fue este último quien propuso que se llamara ¡Basta ya!
Convocar la primera manifestación no fue fácil. Muchos pensaban entonces que sacar una pancarta con el lema “ETA no” rozaba la provocación gratuita y estaba abocado al fracaso. Pero en febrero de 2000, bajo una intensa lluvia, 10.000 vascos desfilaron por Donosti convocados por ¡Basta ya! Tras el bautizo, el colectivo llevó a cabo otros proyectos reivindicativos, que le granjearon las simpatías de los demócratas de toda España y les costó la vida a muchos de sus miembros.
¡Basta ya! fue una red de voluntades personales empeñadas en conquistar su libertad individual en el País Vasco y en ayudar de modo práctico a quienes compartían ese empeño asumiendo un riesgo cierto. Este año se cumplirán veinticinco de aquel nacimiento luminoso –en un contexto de olvido y hasta de desprecio hacia las víctimas de ETA inimaginables hace bien poco– y el inminente estreno del documental Basta ya. Resistencia democrática, dirigido por Juan Vadillo, supone un saludable ejercicio de memoria. Las personas de bien no deberían perdérselo.
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